La Peza – Tajo Burraco

Excursión realizada el día 23 de abril 2017.

Se trata de un trayecto de dificultad baja que da comienzo y termina en la localidad de La Peza. La distancia cubierta se situó en torno a los 8 km.

Era tiempo en el club de disfrutar de la comida de primavera y nos desplazamos, como en ocasiones anteriores, hasta el área recreativa Fuente de la Gitana, a poca distancia de La Peza. Como en ocasiones anteriores habíamos repetido el ascenso a Pico Bermejo, optamos esta vez por realizar otra ruta. Aparcamos los coches al este de La Peza y partimos en dirección norte hacia el Embalse de Francisco Abellán.

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Reproducción de uno de los cañones de los que luego hablo

Pasamos junto al Molino del Capitán paseando por prados incultos plagados de flores silvestres, entre las que destacaban numerosas amapolas rojas y moradas.

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Amapola morada
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Profusión de flores
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Muscari neglectum o nazareno

En algún punto debíamos cruzar un puente pequeño que no acabamos de localizar de modo que nos dirigimos hacia la carretera y tomamos el camino que parte rumbo al norte con una indicación de carretera cortada a kilómetro y medio.

Es una pena que el embalse se encuentre con tan poco caudal, aunque esto nos facilitó su paso hacia la otra orilla, una vez superado el final del Barranco de Jorge. Enfilamos poco a poco hacia el noreste por una rambla seca que nos adentra en territorio de badlands que me atrevería a llamar la Arizona granadina, muy al estilo del valle de Gorafe. Torrentes de gravilla que se elevan gris y blanco, moteados de pequeños arbustos, hasta topar con el ocre de la tierra arcillosa y terminar en la cima.

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Rambla seca

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Todo esto, según los mapas, es suelo anegado por el embalse, de modo que en épocas lluviosas podría ser de difícil tránsito. Estamos llegando ya al Tajo Burraco (también se le llama Borruecos, Borraco, Morraco…) aunque nosotros pasaremos bordeándolo.

Continuamos haciendo poco a poco una curva hacia el sur, flanqueados por un bonito pinar y las escarpaduras del terreno y elegimos para desayunar un punto a no mucha distancia de la placa conmemorativa a Manuel Atienza, aquel alcalde de muchos arrestos o cabezonería, según quien cuente la historia, que antes de rendir La Peza a los franceses, se despeñó desde lo alto. El episodio francés ha dejado una honda huella en el recuerdo de la zona, en especial por aquello de los cañones improvisados de madera que no sé sabe bien a quién causaron más estragos, si al invasor o a los defensores, pero que se erigen como pruebas contundentes de la determinación del pueblo lapeceño.

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Placa conmemorativa colocada en 1960
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Vista de la zona desde el lugar en el que se encuentra la placa

Seguimos nuestro periplo para dar la vuelta y tras superar un leve desnivel, nos topamos con el desfiladero de Las Canteras. Es uno de esos parajes que bien merece una pequeña parada para contemplar los alrededores y el efecto del agua y el viento sobre las rocas.

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Las Canteras
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Las huellas de la erosión

Ahora nuestros pasos nos llevan hacia la GR-4104 que pisamos a la altura del kilómetro 3 y dejamos casi en el 2. Cogemos el senderos del Cerro de Santa Lucía y desde ahí se abren bonitos miradores hacia el pueblo y parte del Embalse.

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En mitad de la carretera, sin inmutarse por nuestra presencia y comiendo hormigas, se encontraba esta culebra

Ya desde aquí bajamos, en dirección oeste, pasamos junto a la Ermita de Santa Lucía y pronto estamos en las calles de La Peza otra vez.

Como dije, esta era una de esas excursiones cortas que se realizan cuando vamos a hacer una comida. Volvimos, por tanto, al área recreativa, donde nos esperaban el cocinero y los ayudantes que habían preparado una rica paella. Mientras reposaba, por la zona se podía visitar el nacimiento del río Morollón y contemplar el esplendor de las flores de estos días, en especial la aulaga, la jara y los dientes de león.

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Mata Bejid – Castillejo

Excursión realizada el día 9 de abril 2017.

Se trata de un trayecto de dificultad media baja que da comienzo y termina en el centro de visitantes de Mata Bejid (Jaén). La distancia cubierta se situó en torno a los 18 km.

Para ser exactos esta excursión es una réplica de la que hicimos el año pasado a finales de enero, si bien en esta ocasión aprovechamos la vuelta para acercarnos a Mata Bejid, la finca cercana al centro de visitantes. Por tanto, me remito a la entrada de entonces por lo que se refiere al itinerario.

Entre los pocos cambios que puedo señalar, sabedor de las interesantes cuevas que hay en el trayecto, resultó que me adentré un poco en la sima de desconocido nombre que hay cerca de la intersección que lleva a la hoya de los quejigos. Apenas 30 metros porque no iba bien preparado, salvo por el frontal.

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Detalle del interior de la sima.

En la explanada aproveché igualmente para retratar de nuevo el inmenso quejigo que se alza provocador.

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Quejigo I le dije en la anterior ocasión. Y lo mantengo.

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La erinacea anthyllis, conocida como cojín de monja, en algunas zonas estaba en flor.
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Detalle de la Fuente de … bueno, de la fuente.
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Del susto de vernos, esta rana saltó a la fuente y más tarde se escondió en el fango del fondo. No hubo manera de besarla.
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El Castillejo, ya visitado en la anterior ocasión. De fondo se aprecia el pico Almaden, con sus antenas.
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Otro regalo en forma de avistamiento de lagarto.

Terminada la excursión prevista aprovechamos para acercarnos a la cercana aldea de Mata Bejid, un lugar sorprendente que parece salido de principios del siglo pasado. Primero en manos de unos empresarios catalanes (aquí habitó al parecer el torero «Bombita») y más tarde repartido en lotes, el lugar se encuentra algo descuidado pero tal vez por ello desprende ese encanto melancólico. Se encuentran allí una ermita y una almazara, con sus máquinas y todo, completamente abandonadas.

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La gran casa.
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Ermita con fuente delantera.

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Almazara abandonada.

Y hasta aquí la pequeña crónica del domingo. No me quiero despedir sin dar las gracias a la persona que nos atendió en el Centro de Interpretación de Mata-Bejid, un hombre majísimo que nos ayudo mucho con algunos problemas logísticos y nos facilitó toda la información que le solicitamos, que no fue poca. Lamento no haberle preguntado el nombre. Sea como fuere, ¡mil gracias!

Canal de la Espartera – Pico de la Carne – Matas Verdes – Arenales del Trevenque

Excursión realizada el día 2 de abril de 2017.

Se trata de un trayecto de dificultad media baja que comienza y finaliza junto al Cortijo Sevilla y el Canal de la Espartera, al sureste de La Zubia. La distancia cubierta se sitúa en torno a los 17 km.

Radiante día de domingo que aprovecharon muchos para subir a las inmediaciones de Cumbres Verdes para comenzar por la zona alguna de las muchísimas rutas que se pueden realizar en esa zona. Por nuestra parte, bajamos de los coches, nos pusimos crema solar y tomamos el camino que sale hacia la izquierda desde el Canal de la Espartera, un carril de tierra que nos lleva hasta el Puente de los Siete Ojos.

Nada más atravesar el puente comienza una pendiente empinada hacia las alturas que poco a poco nos eleva hacia miradores espléndidos. El Trevenque, los picos de Sierra Nevada, la Boca de la Pescá, las crestas de los Alayos e incluso en la lejanía montañas como El Lucero.

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Boca de la Pescá con su puesto forestal y lejanas estribaciones de la Sierra de Tejeda y Almijara

Existen dos maneras de alcanzar el techo del día, a saber, el Pico de la Carne. Uno va más directo, aprovechando la cresta desde Cerro Gordo. Es más empinado (y exigente) y finaliza de modo que se debe rodear el pico por la base o medio escalar. La otra opción supone recorrer un sendero por la falda del pico, a la izquierda según avanzamos, para llegar a un punto desde el que se puede continuar viaje o subir por un arenal. Nuestro grupo se dividió entre ambas opciones.

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Ascenso por la cresta, vía más directa pero algo más dura.
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El Pico de la Carne visto desde el nornoreste. Como telón de fondo, los Alayos.

Coronado o no el pico habremos ascendido entre 300 y 350 metros de desnivel. Ahora tomamos el camino que lleva hacia Cerro Gordo aunque no llegamos a subir hasta su cima y la dejamos a nuestra izquierda. Las vistas al Trevenque y a Sierra Nevada ganan protagonismo. El sendero, por lo demás, es bastante fácil de seguir. En un momento dado, lejos a la izquierda, aparece el carril que tomaremos en dirección este. Algunos lo enfilan casi directo pero otros aprovechamos para seguir cresteando.

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Cima del Pico del Tato. Apenas se vislumbra en el centro de la foto algunos de mis compañeros. A la izquierda, el carril.

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Sostenida con dificultad, una hermana lejana de la famosa piedra de la Ciudad Encantada.

Los que aún no lo habíamos hecho, descendemos al sendero y continuamos en dirección este. Dejamos el desvío a la Cortijuela y nos encaminamos en una nueva subida hacia el bonito y frondoso paraje de Matas Verdes. En este momento alcanzamos el punto álgido de la excursión, casi 1900 metros sobre el nivel del mar. La zona tiene mayor vegetación de la vista hasta el momento y pronto nos rodean los pinos. También abundan el romero y la aulaga.

Desde ahí cambiamos rumbo y comenzamos a descender haciendo una gran curva por la Solana de la Dehesa, en la falda de la Loma de los Panaderos, hasta llegar a la fuente del río Aguasblanquillas.

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Solana de la Dehesa.

Comemos en la zona y seguimos. Vamos saliendo poco a poco de la parte boscosa que de manera paulatina pasa a matorral bajo y, finalmente, cambia el paisaje por completo. Nos encontramos en el páramo casi lunar de los arenales del Trevenque, digno escenario si así se quisiera de una película del oeste. A muchos puede parecerles un lugar yermo y desolado pero a mí me resulta especialmente sugerente.

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Ojo con las emboscadas de indios y forajidos.
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Este árbol, con su sombra, resistiendo en medio del erial, merecía un toque artístico en blanco y negro.
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Descendiendo. Apenas se nota pero por encima del caminante hay un resquicio de luna en cuarto creciente.
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Punto final de los arenales.

Cuando terminamos el paseo por esta zona y ascendemos al pequeño parapeto, aparece ante nuestra vista en la lejanía el lugar del aparcamiento de los coches. Existen muy diversos caminos y senderos que nos conducen allí, algunos más empinados y otros menos, y cada cual escoge el suyo. En 30 o 40 minutos estamos de nuevo en el punto de inicio.

Puente Cambil – El Lucero

Excursión realizada el día 26 de marzo 2017.

Se trata de un trayecto de dificultad media que comienza y finaliza en el punto kilométrico 6,8 de la pista sin asfaltar que parte de la GR3302 (carretera entre Arenas del Rey y Fornes) en su desvío dirección La Resinera. La distancia cubierta se sitúa en torno a los 20 km.

Este domingo teníamos una cita muy esperada por algunos de los miembros del club. El mítico Lucero de la Sierra de Almijara. Distintas circunstancias habían concurrido para hacer que lleváramos cierto tiempo sin visitarlo. Aunque se programó en diversas ocasiones, el mal tiempo había impedido subir.

Nos pusimos en marcha y nos dirigimos hacia el punto de partida. Conviene advertir que el camino a partir del desvío hacia la Resinera está sin asfaltar y no faltan socavones y piedras sueltas. En principio, con una conducción prudente no importa si se va en un turismo de suelo bajo, pero hay que extremar la precaución.

En principio se había pensado comenzar en el punto de información de La Resinera, pero esto alargaba la excursión casi 10 kilómetros, todos ellos por pista, así que se optó por avanzar con los coches hasta el Puente Cambil. El lugar es inconfundible porque en él, aparte del puente, hay una valla que impide continuar con vehículos a motor, excepto autorizados. Aparcamos y echamos a andar.

El día se presentaba inmejorable. Fresco por la umbría en la zona baja y el viento en la alta, pero despejado. Empezamos la caminata en dirección suroeste con ligerísimo ascenso nada más pasar el puente sobre el río Cacín. El pinar nos rodea, acompañado de densas matas de romero.

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Comenzamos el paseo.

En determinado punto, aparte del ruido del río que nos acompaña casi todo el rato, a la izquierda nos sorprenden unas chorreras que forman un pequeño estanque.

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Chorreras de la Loma del Madroño.
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Delicadas flores de brezo.

Y llegamos por fin junto a una caseta, momento de desviarnos hacia el oeste y tomar la Cuesta Parda hasta el Collado Cacines. Como su nombre indica, se trata de un sendero que asciende con fuerza para elevarnos unos 300 metros de desnivel. En el bonito collado nos detenemos para desayunar y recuperar fuerzas para lo que aún nos queda.

Continuamos con otros 200 metros de desnivel en los que va desapareciendo el pinar y se adueña de la zona el matorral bajo y la piedra característica de la zona. La recompensa, no pequeña, nos espera al llegar al Collado de la Perdiz o Puerto Llano. Allí se abre la montaña y nos deja contemplar kilómetros y kilómetros de costa mediterránea.

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Casi hemos llegado al Puerto Llano.
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Puerto Llano. Torrox en la lejanía.
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Vista suroeste desde este estupendo balcón a la Axarquía.

Nos reagrupamos y tras el disfrute y la contemplación, es hora de fijar la atención en nuestra meta principal, que se yergue orgullosa e indiferente ante el embate del viento.

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Cerro de los Moriscos o Lucero

Tal vez sea oportuno hacer una precisión terminológica. Pese a que popularmente se conoce al pico al que nos dirigimos como El Lucero, en los mapas suele aparecer como Cerro de los Moriscos. A cambio parece que se mezcla el nombre de Cerro de la Mota y Cerro del Lucero en la formación que se eleva al poco de pasar el Puerto Llano hacia el oeste. Sea Lucero o Morisco, Cerro o Pico, empezamos a ascenderlo.

Sigue su trazado un zigzagueo bien elaborado que lo hace bastante llevadero y permite superar, dosificando el esfuerzo, el arisco pedregal de caliza dolomítica. Es de advertir que alguno de sus pasos no será trago agradable si se padece de vértigo. A cambio las vistas resultan soberbias.

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El ascenso nos descubre distintos miradores.
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Cima del Cerro de los Moriscos / El Lucero.

Y cuando ya las fuerzas van menguando obtenemos el gran premio, al doblar un recodo y por fin descubrir la inconfundible silueta de los restos del cuartel-refugio abandonado en la cima. Al fondo una Sierra Nevada poco reconocible para los que solemos contemplarla desde el oeste o el norte.

En este punto como ya se ha dicho se construyó en 1948 un puesto de la Guardia Civil para luchar contra el maqui primero y los estraperlistas después. Con el tiempo su utilidad devino inútil y su mantenimiento difícil de modo que fue abandonado y así permanece. Ahora cobija del viento a los visitantes.

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Detalle de la pared superviviente.
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El mar a la derecha y estribaciones montañosas, incluido el Navachica, a la izquierda.
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La Maroma, ligeramente nevada, Cerro Malas Camas y La Chapa, entre otros.

Subyugados por el paisaje, da igual hacia dónde mire uno. Nos quedamos en el lugar pensando, haciendo fotos, esperando a los rezagados. Se despliega ante nosotros el Mediterráneo, la Axarquía, la Maroma, el pantano de los Bermejales, la lejana Sierra Nevada… Al final, con un esfuerzo y gracias al potente viento, rompemos el encanto y vamos, poco a poco, tomando el camino de regreso.

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Bajada en zigzag.
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Vista desde el Puerto de la Mota.

Comemos a resguardo del soplo de poniente en la zona del Puerto de la Mora, a escasos metros de los restos de un refugio de la guerrilla. Aquí es difícil no tropezarse con algún trozo de historia y a mí me viene a la memoria lo leído sobre la Agrupación Roberto, pues esta fue la zona que sirvió de telón de fondo a su difícil sobrevivir.

Procuro no recrearme demasiado en esos pensamientos y con el resto del grupo echo a andar en el descenso que nos lleva por el Puerto de los Tropezones hasta el Camino de la Cuesta Parda. En la Rambla Mota y al llegar a un cruce de caminos torcemos hacia la derecha en dirección este.

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Por el Camino de la Cuesta Parda.

En determinado momento nos encontramos con la posibilidad de seguir lo que queda del sendero o ascender por un corta fuegos hacia la derecha. En esta ocasión hacemos lo segundo y conectamos casi directo con el Collado de Cacines donde estuvimos desayunando. Desde aquí solo queda desandar el camino de la mañana, volver a la pista junto al Cacín y, finalmente, al punto de inicio.

Luque – Zuheros

Excursión realizada el día 19 de marzo 2017.

Se trata de un trayecto de dificultad media que comienza en el pueblo de Luque y finaliza en Zuheros. La distancia cubierta se sitúa en torno a los 18 km.

El pasado domingo nos desplazamos hasta Córdoba, en concreto hasta la localidad de Luque, para iniciar nuestra excursión semanal. Con el buen tiempo acompañando en esta primavera algo loca, dimos comienzo a la travesía atravesando el pueblo en dirección sur, lo que nos permitió contemplar algunas de sus monumentos, esparcidos en diversos puntos y comunicados por estrechas y acogedoras callejuelas.

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Torre de Nuestra Señora de la Asunción, Luque

En la plaza principal dejamos a un lado la parroquia de N. Sra. de la Asunción, el Ayuntamiento y la no muy lejana vista de los restos amurallados que se yerguen sobre las rocas (Castillo de Luque) y seguimos la carretera de salida CV-131.

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Portada de la Ermita Hospital Ntro. Padre Jesús Nazareno

Seguimos el trazado, que corre sin asfaltar al poco de salir de la población, hasta llegar al Arroyo del Zurreón. Es el llamado Senderos de las Buitreras, y si nos fijamos con atención en los cielos del oeste, es muy probable que veamos alguna de esas grandiosas aves. Hasta entonces a uno y otro lado imperan los olivos. Aquí se pasa una valla (que hay que cerrar, ni que decir tiene) y ante la miedosa mirada de unas ovejas que se alejan, empezamos a subir en dirección suroeste. Vamos ascendiendo haciendo una larga curva hacia el sureste. Por la zona no roturada se alzan numerosas florecillas, destacando los pequeños campitos de lirios.

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Lirio en la Cañada del Sastre

Después de dejar a nuestra izquierda una nave ganadera llegamos al lugar de parada para el desayuno y descanso, la fuente del Espino. Llevamos casi 400 m. de desnivel en ese punto.

Ahora toca seguir más o menos hacia el este. Remontando un poco las lomas de alrededor del paraje en el que se ubica la fuente se nos abre la vista del pueblo de Luque al norte.

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Luque
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Alrededores del Pecho del Canalizo, justo antes de la ascensión.

Con el ánimo recobrado toca ahora superar otros 200 metros de desnivel en un corto espacio. Con un primer esfuerzo nos ponemos en el Contadero (y nos contamos, por supuesto).

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En el Contadero

Con el segundo arreón alcanzamos la cima del Abuchite. Para entonces el paisaje lapiaz se ha impuesto por completo. Las vistas son excepcionales y se alcanzan a vislumbrar Baena, Alcaudete o el lejano embalse de Vadomojón.

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Senderos en Abuchite.

Desde la cima vamos en dirección sureste poniendo máxima atención en el terreno. El peligro de torcedura de tobillo o caída es alto y deberemos tener mucha prudencia.

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Hermoso y peligroso.
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Cada cual a su ritmo.

Poco a poco cederá algo el suelo para dejarnos un respiro en la llamada Llanada del Cerro. Algo más al sur tomamos el camino que va a descender hacia el Cortijo del Grajal. Aquí y allá nos vamos encontrando poderosas encinas de grueso y vistoso tronco.

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Tras un rato de camino llegaremos a la valla que separa nuestra zona de llegada de la Fuente del Espino en la que estuvimos antes. Ahora pasamos la valla y nos dirigimos hacia el Cortijo de Prados del Duque, a cuya sombra comimos.

El paseo que sigue a continuación es plácido y sin mucho desnivel. Sigue en parte el Arroyo del Moreno y toma la curva hacia el norte por un senderillo no muy señalado que recorre la falda de La Zarzadilla. Un zigzagueo nos hará bajar hasta el Río Bailón. De esta zona de la excursión hasta llegar a Zuheros di cuenta en esta entrada que te invito a revisitar.

Subimos una pequeña escarihuela y ya tenemos Zuheros a nuestros pies.

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Zuheros desde la salida del cañón del Río Bailón.

Si bien la propuesta inicial de la excursión suponía terminar en Luque lo tardío de la hora aconsejó terminar aquí la expedición. El tiempo de espera para el autobús que nos desplazaría de nuevo a Granada lo aprovechamos visitando y disfrutando de este pintoresco pueblo y en especial de sus miradores y de la plaza del castillo.

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Río Cuadros – Las Viñas – Torreón (variante Cerro Carluca)

Excursión realizada el día 12 de marzo 2017.

Se trata de un trayecto de dificultad baja que comienza y finaliza en el Área Recreativa de Cuadros, al sur de Bedmar (Jaén). La distancia cubierta se sitúa en torno a los 9 km.

Alternativamente, se realizó la misma excursión pero alargándola con una subida hasta el Cerro de la Carluca. Esta segunda opción es de dificultad alta y la distancia total alcanza los 11 km.

Después de un viaje algo más largo de lo habitual llegamos al punto de inicio de nuestra salida, el Área Recreativa de Cuadros, junto a las ruinas del Molino de la Sacristana. Cruzamos el puente de madera que separa los márgenes del Río Cuadros (o Bedmar) y nos adentramos en un bonito adelfal que verdea pero está lejos aún de sus esplendor estival. Tomamos aquí dirección sur, dejando el río a nuestra izquierda.

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Uno de los pasajes que forma el adelfal

El lugar tiene repartidas pequeñas mesas y asientos redondeados, imitando ruedas de molino, y no cabe duda de que estará muy concurrido en los días de calor. Nosotros seguimos y vamos tomando muy ligero ascenso, ahora acompañados por pinares y grandes matas de romero.

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Romero en flor
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El sendero es muy fácil de seguir
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Detalle del suelo boscoso

Pronto enlazamos con el camino de las Viñas que asciende, ahora sí, con cierta dureza, para salvar 300 metros de desnivel. Dosificando las fuerzas y disfrutando del bosque que nos rodea, incluyendo arbustos de lentisco que abundan en determinadas zonas. Acabado el ascenso hacemos una parada para desayunar.

No mucho después, en la zona denominada en los mapas Canalejas, junto a un extenso olivar, se bifurca nuestro camino. Unos prefieren continuar con el paseo sosegado y se dirigen a la Fuente de la Fresneda, ya en ligero descenso y por el carril que no ofrece pérdida.

Otros optamos por comenzar un pronunciado ascenso para coronar el Cerro de la Carluca (o Carluco, que de ambas maneras aparece nombrado). Atravesamos primero el olivar, teniendo que bordearlo por el norte, donde una valla caída no ofrece verdadero obstáculo.

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Comienza el ascenso

Más adelante va tomando cada vez mayor inclinación el terreno y los 500 metros de desnivel que nos separan de la meta resultan bastante exigentes a nivel físico. En especial los primeros 300.

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Algunas flores se esconden entre los recovecos del terreno, evitando el azote del viento
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Hay que llegar al punto más alto
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Vista de lo que vamos dejando atrás
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Un lirio de la montaña. Había pequeñas praderitas pintadas con sus preciosos colores

Según ascendemos desaparecen los árboles y en la lejanía podemos contemplar las hermosas montañas que se elevan aquí y allá sobre la planicie de olivares. Las vistas son espectaculares.

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Albánchez de Mágina (antes, de Úbeda), a los pies del Cerro Aznatín
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Hacia el suroeste descollan diversos picos de Sierra Mágina
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En el Cerro Carluca

Después de pararnos a contemplar las hermosas vistas que se nos ofrecen, nos preparamos para la bajada. Para ello contábamos con un track extraído de internet en el que se dejaba advertencia de que esa parte había sido hecha en plan «de por libre». No obstante no imaginábamos hasta que punto el desnivel, la falta de sendero y el terreno de piedas sueltas iban a suponer todo un reto. Es el motivo principal de que haya declarado «difícil» esta excursión.

Mi impresión personal tras estudiar el mapa posteriormente y algunas rutas similares, es que existe una opción menos pendiente y peligrosa, bajando del cerro en dirección suroeste y luego ligeramente oeste, siguiendo el cresteo, hasta topar con un sendero que cruza en torno a los 1210 metros en dirección noreste. Es un camino de piedra suelta pero camino al fin y al cabo, y con una inclinación menor.

Sea como fuere, nosotros hicimos la bajada campo a través, lo que requiere pericia y extremo cuidado.

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La difícil bajada apenas se refleja en una foto

El panorama, cuando uno puede levantar los ojos del suelo, sigue siendo magnífico. En especial destaca la espina de piedra que festonea al norte los campos de olivos, llamado El Torcal.

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Aquí se aprecia un poco más el desnivel
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El Torcal al fondo

Acabado el descenso no tardamos en llegar a la Fuente de la Fresneda y retomamos así el itinerario que hizo el resto del club.

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Pequeño campo de rucas

Desde allí tomamos dirección este por el carril hasta llegar al desvío hacia el Torreón de Cuadros. Nos acercamos al mismo para disfrutar de su mirador sobre el río y tocar ese pedazo de historia allí conservado.

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La arrastrada vida del fotógrafo da sus frutos 🙂

Desde allí bajamos a la Ermita de Cuadros que justamente abría sus puertas cuando llegamos a sus puertas, a eso de las 16:00. Contemplamos el lugar, lleno de macetas con variadas flores y caños de agua fresquita. Acto seguido bajamos en dirección a la Cueva del Agua, regresamos al sendero principal y alcanzamos la zona de aparcamiento de los coches poco después.

La Peza – Alto de la Volota

Excursión realizada el día 5 de marzo 2017.

Se trata de un trayecto de dificultad media que comienza y finaliza en La Peza. La distancia cubierta se sitúa en torno a los 20 km.

Motivos físicos me impidieron acudir a esta excursión, lamentablemente, pero quisiera dejar constancia de la misma aprovechando las estupendas fotos de Alicia.

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Coronando el Alto de la Volota

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La Peza
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Detalle de fuente en La Peza

Ferreira – La Ragua – Aldeire

Excursión realizada el día 26 de febrero 2017.

Se trata de un trayecto de dificultad media que comienza en Ferreira y finaliza en Aldeire. La distancia cubierta se sitúa en torno a los 20 km.

Una soleada mañana nos esperaba este domingo pasado al llegar a Ferreira. Era de agradecer porque durante el viaje la espesa bruma que cubría la zona de Sierra de Huétor vaticinaba algo muy distinto. No obstante, pasado Guadix, el cielo se despejó y pudimos dar inicio a la jornada con buen pie, atravesando el bonito pueblo que descansa en la falda norte de Sierra Nevada.

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Callejeando por Ferreira

Toda la primera parte del itinerario resulta en un ascenso, primero suave y, poco a poco, más empinado, para salvar los 1000 metros de desnivel que nos separan del puerto de La Ragua. Dejamos las estribaciones de Ferreira, la ermita de la Virgen de la Cabeza, los almendros en flor, y continuamos en dirección sur remontando el curso del Arroyo Chico. A continuación subimos la Loma del Peñón de Enmedio y cerca de su final aprovechamos una zona soleada para desayunar.

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Sigue el camino y pronto empezamos a contemplar pequeños neveros que van creciendo en tamaño según avanzamos.

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Masas boscosas y nieve desde un mojón del Camino Sulayr

El último tramo hemos ascendido desde los 1700 metros hasta los 2000 y nos topamos con la carretera que atraviesa el puerto. Nosotros tenemos que cruzarla y seguir ascendiendo por el otro lado.

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Carretera del puerto de la Ragua

Desde este punto la cosa se complica. La nieve aumenta en la dirección que tenemos que seguir y nos obliga a caminar en dirección oeste antes de lo previsto. Ascender por la loma hacia La Ragua sin raquetas resulta impracticable. De este modo nos adentramos en el Barranco del Robo intentando evitar las zonas cubiertas de nieve y hielo.

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Examinando opciones
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Bonito crocus en plena floración
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Barranco del Robo

Aprovechamos una pista que tiene la nieve muy prensada y nos permite avanzar a buen paso a través del cada vez más espeso pinar.

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Carteles indicadores

Salimos de la pista y damos un giro hacia el sureste para ascender y recuperar el camino. Al salir de la espesura nos aguarda una impresionante panorámica de la sierra.

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Vista del Morrón Mediodía, si no me equivoco

Todos nos quedamos extasiados contemplando el panorama que se nos ofrece a partir de este momento. Destacan el Morrón del Hornillo, Morrón Sanjuanero, el Morrón del Mediodía y el Alto de San Juan. Cubiertos de nieve y enmarcados en sus límites inferiores por hectáreas de pinos. El esfuerzo de la subida ha merecido la pena.

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Contemplando la montaña

Veréis que el título de la entrada es un poco engañoso porque no pudimos alcanzar La Ragua, pese a que formaba parte del «plan». Seguimos hacia el oeste bordeando la nieve. No resulta fácil porque en su límite suele haber barro resbaladizo y a veces algún tronco caído de pino dificulta aún más el avance.

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Frente a la inmensidad de la montaña. Por cierto, detalle en la nieve, cierto color marrón debido a las lluvias de arena de la semana pasada procedentes de África

Alcanzamos el Cortijo de las Chorreras donde aprovechamos para comer. Desde allí parte el camino hacia Postero Alto pero nosotros vamos a cambiar de rumbo, hacia el norte para dirigirnos en constante descenso hacia Aldeire. De ahora en adelante los kilómetros que nos faltan por recorrer son todos de descenso. La nieve nos abandona y nos cubren de nuevo los pinos.

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Vista de Aldeire a lo lejos. También se aprecia el Castillo de la Calahorra

El resto del itinerario es un bonito paseo sin dificultad, primero por un cortafuegos y después por senderos bien marcados. No obstante son varios los caminos que se entrecruzan y conviene estar atentos para no desviarnos. Cuando nos queramos dar cuenta estaremos en las inmediaciones del Área Recreativa la Rosandra donde volvemos a ver almendros en flor e impresionantes castaños centenarios que parecen tener esculpidas, por las torpes manos de un elfo negro, extrañas y vetustas caras. De raíces y troncos vigorosos pero chaparros, parecen haber sido podados mil veces y mil veces haber sobrevivido al invierno y a los humanos. Que siga siendo así por mucho tiempo.

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Castaño disfrutando del sol
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Atravesando el riachuelo por uno de los pasos que nos encontramos en el camino
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Almendro en flor

Y no hay mucho más que contar. Llegamos a Aldeire que viste a sus jóvenes estos días de galas carnavaleras, contemplamos su iglesia mudéjar, a lo lejos las ruinas del acostumbrado castillejo. Llega el tiempo de regresar a casa, aunque apetezca demorarse por el lugar un poco más.

Para terminar dejo aquí una foto grupal cortesía de Alicia.

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No hay nieve que nos detenga 🙂

Prado Negro – Jinestral

Excursión realizada el día 19 de febrero 2017.

Se trata de un trayecto de dificultad media baja da comienzo y finaliza en Prado Negro, en la Sierra de Huétor. La distancia que se pretendía cubrir se situaba en torno a los 14 km., si bien la efectivamente realizada no debió de llegar a los 10 km.

Pese a que las previsiones del tiempo no eran muy buenas decidimos, como cada domingo, mantener la propuesta inicial de nuestro calendario que consistía en un itinerario que partía de Prado Negro, subía hasta el Cortijo de Pedro Andrés y tras elevarnos por la Sierra Arana regresaba al punto de inicio pasando por el Peñón de la Cruz.

A pocos kilómetros del inicio comenzaron las dificultades puesto que el día anterior había llovido mucho y el suelo formaba lodazales. El barro se pegaba a nuestras botas y añadía peso y dificultad al avance, pese a lo cual no nos queríamos rendir.

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Superado el Cortijo de Pedro Andrés y no muy lejos de las estribaciones orientales de Sierra Arana comenzó a soplar un viento frío e inclemente que nos obligó a cobijarnos junto a unas peñas. Pero no acabó aquí la cosa. Una espesa y húmeda niebla decidió acompañarnos a ratos para dificultar aún más la marcha. Atacados por tantos frentes aprovechamos para darnos un descanso, desayunar y valorar las opciones que teníamos disponibles. Algunos habían tenido suficiente para entonces y decidieron regresar al punto de inicio con la idea de buscar alternativas a la subida. El resto del grupo, por casualidades del destino, sumamos el significativo y algo mágico número doce. Y empezamos a subir.

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El terreno cambió gradualmente y quedaron atrás los barrizales para transformarse en pedregales. Según ascendíamos, de manera pronunciada, por los llamados Tajos de Medialuna, la niebla comenzó a cubrirnos, ahora sí como un velo en la vista que nos obligaba a reunirnos cada pocos metros para que nadie se extraviase.

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Unos metros más allá se perdía el contacto visual.

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En torno a los 1800 metros alcanzamos la cima de esa parte y nos dirigimos lentamente hacia el oeste, en un ligero ascenso que aún nos colocaría en los 1900 m. El viento, para entonces, sopló con mayor furia y nos azotaba y desequilibraba cada vez que nos colocábamos a su merced en alguna cresta, así que extremamos las precauciones todavía más.

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Detalle de hielo agarrado a la maleza.
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Reagrupados junto al árbol de la escarcha.
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De repente aclara por el norte y podemos contemplar algo del panorama lejano, pero dura poco.
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¿Por la derecha o por la izquierda?

Los apenas 2 kilómetros, en realidad menos, que nos separaban del Jinestral, se nos hicieron larguísimos y aunque nos veíamos fuertes y capaces de terminar, consideramos que la prudencia dictaba buscar el modo de perder altura y reducir la excursión.

En algún punto más hacia el oeste, mucho antes de llegar a la Cabeza del Caballo, conseguimos encontrar un paso para comenzar a descender. Se veía complicado pero viable y lo seguimos despacio hasta descender por completo de la Sierra Arana.

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De regreso se perfila en la lejanía la silueta del Majalijar.

Finalmente, retomamos el camino de la mañana y retornamos al aparcamiento de los vehículos en los que nos habíamos desplazado.

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Al terminar la excursión se entremezclan sentimientos encontrados. Por un lado, la idea de que hay que regresar para intentarlo de nuevo en una jornada más propicia porque no cabe duda de que pese a las dificultades del terreno el itinerario merece mucho la pena. Por otro, que pese a todo ha sido un día divertido y aventurero que, al menos yo, no me querría haber perdido. Jornadas como esta son de las que entran a formar parte de la épica que luego provocan frases como «si dices que esto es niebla y viento es que tú no estuviste con los doce en el Jinestral«. Como se decía y todavía se dice, que nos quiten lo «bailao» 🙂

La Desbandá

Excursión realizada los días 11 y 12 de febrero 2017.

Se trata de un trayecto de dificultad baja a lo largo de dos etapas que dan comienzo en Almuñécar, termina el primer día en Motril y finaliza en Castell de Ferro. La distancia cubierta se situó en torno a los 28 km. el primer día y a los 23 km. el segundo.

La presente entrada del blog no corresponde a una salida programada en nuestro calendario y organizada por el Club Senderos. No obstante fuimos varios integrantes del club los que participamos en algunos tramos de la marcha y he querido dejar constancia de la experiencia.

La Desbandá es el nombre que recibe uno de los más tristes episodios de la guerra civil, el éxodo desde Málaga y alrededores en dirección a Almería de numerosa población, temerosa de represalias por parte del ejército sublevado y sus aliados italianos. Durante el transcurso de la misma se produjeron miles de muertos como consecuencia de la acción combinada de la aviación fascista y los buques españoles que bombardearon y cañonearon sin contemplaciones a la masa humana de civiles.

En conmemoración y recuerdo de las víctimas la Federación Andaluza de Montañismo junto a numerosas instituciones y Ayuntamientos ha organizado una ruta de senderismo que transcurre, en la medida de lo posible, por los mismos parajes que tuvieron que transitaron aquellos que buscaban refugio en la zona republicana. Para más información se puede visitar el siguiente enlace: I Marcha de Senderismo La Desbandá (pdf)

1º DÍA (ALMUÑÉCAR – MOTRIL)

Pese a que la marcha salió de Málaga el 7 de febrero, no todo el mundo se podía unir un día de diario y para hacer completa la misma. No obstante algunos valientes incluyendo a nuestra presidenta así lo hicieron. El resto de los componentes de Senderos Club nos reunimos con el grupo el día 11 en Almuñécar.

Nos encontramos un día algo tristón y nublado, que descargaba débilmente lluvia a ratos, pero tras desayunar y prepararnos echamos a andar.

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Desde la costa nos contemplan las gaviotas. A lo lejos se aprecia el temporal

Vamos bordeando la costa y dejando atrás, sucesivamente, las playas de Velilla, el Tesorillo, Pozuelo y Calabajío. Entre estas dos últimas hacemos una pequeña parada para reagruparnos.

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En el lugar de la parada, un parquecillo, hay una placa conmemorativa
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Nuestro grupo

Más adelante hay un corto pero muy bonito tramo, entre las playas de Cabria, que se agarra a las últimas rocas, ya junto al mar.

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Toca ahora un tramo de ascenso, engalanado de buganvillas y flores de azahar en sus márgenes. Avanzamos acto seguido por un sendero hacia la Torre del Diablo o de los Diablos.

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Panorama desde las inmediaciones de la torre.

A continuación descendemos hacia la playa Barranco de Enmedio.

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Descenso.

A partir de este punto deja de llover intermitentemente, como hasta entonces, y progresamos a buen paso hasta el punto habilitado para hacer avituallamiento, junto al Hotel Salobreña. Allí nos damos un ligero descanso y reponemos líquidos.

Seguimos adelante en dirección Salobreña.

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El grupo entrando a Salobreña.
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Castillo de Salobreña visto desde la playa.

Finalizamos esta parte del recorrido justo al traspasar el río Guadalfeo. Allí tiene lugar un acto de homenaje que incluye el testimonio de algunas de las personas que vivieron la desbandá, por entonces niños asustados y hambrientos. Impresiona escuchar su vivencia y las azarosas circunstancias que aún les aguardaban al terminar aquella terrible huida.

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Acto de homenaje.

Tras el emotivo acto descendemos y hacemos una nueva parada para comer. Allí se encuentra la desembocadura del Guadalfeo, ahora tranquila, hace 80 años testigo mudo de la desesperación que vivieron muchos, acosados por las tropas italianas, obstaculizados por su creciente cauce.

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Desembocadura del Guadalfeo.
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Nuestro grupo descansa junto al cañaveral del Guadalfeo.

Desde allí nos dirigimos hacia Motril, si bien los aguaceros de los días anteriores obligaron a realizar un trazado un tanto zigzagueante, lo que aumentó la distancia inicialmente prevista. Una vez allí descansamos en el polideportivo cedido por el Ayuntamiento para pasar la noche.

 

2º DÍA (MOTRIL – CASTELL DE FERRO)

El tiempo desapacible continúa al levantarnos, aunque nada comparado con las fuertes tormentas que hubo durante la noche. Desayunamos y finalmente damos comienzo a la etapa en dirección a Torrenueva.

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En camino.
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Llegamos a la playa.
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A lo lejos se vislumbra Torrenueva.

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Playa de la Joya, con un impresionante cubo de dudosa función.

Pasada la playa de La Joya ascendemos para recorrer un tramo de la antigua carretera de Almería. Con la construcción del túnel este camino resultó abandonado y hoy constituye un paraje melancólico, de pedazos de asfalto quebrado, quitamiedos de piedra agrietados y panorámicas al mar. No lejos se destaca un pequeño faro.

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La larga fila atraviesa la antigua carretera hacia Almería.
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1935

Al terminar esta parte del recorrido enfilamos de nuevo a las playas. Más adelante nos aguarda el llamado Castillo de Carchuna. Allí uno de los voluntarios de la organización nos da cuenta de un curioso episodio de rescate de prisioneros sucedido en la guerra civil.

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Castillo de Carchuna.

De nuevo en el camino, mantenemos un buen paso en dirección a Calahonda, donde nos espera la comida.

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Farillo de Calahonda.

Tras degustar una rica paella y recuperar fuerzas, toca el último esfuerzo. Hasta el momento la práctica totalidad de la jornada habíamos andado por terreno llano. Ahora toca superar cierto desnivel para acercarnos a la meta del día: Castell de Ferro.

Por el camino encontramos otra posición defensiva, desvencijada, de época de la guerra. Creo que se trataba del Barranco del Torilejo. Superado este punto nos acercamos a la Autovía del Mediterráneo y vamos en paralelo. Después nos espera un nuevo ascenso que desemboca junto a un pequeño embalse. Por fin contemplamos Castell de Ferro.

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Castell de Ferro desde las alturas.

Allí nos reciben con los brazos abiertos vecinos y miembros de protección civil que nos guían hasta la plaza de España, donde nos esperan representantes de las instituciones locales y una rica sorpresa en forma de chocolatada.

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Entrando en Castell de Ferro.

Lamentablemente este cronista tenía que tomar el autobús de regreso a Granada y apenas pudo disfrutar de esta parte de la jornada. Tocó hacer una rápida despedida y salir de modo algo apresurado dados los horarios y la necesidad de recuperar la mochila principal que se encontraba en otra ubicación.

Con cierta sensación de nostalgia transcurrió la vuelta, según oscurecía y comenzaba de nuevo a llover. Iba a echar de menos levantarme otro día más y ponerme en camino con los que aún continúan la marcha. Vaya desde aquí mi reconocimiento, ánimo y apoyo.