Cáñar – Puente Palo – Acequia Almiar

Excursión realizada el día 16 de octubre 2016.

Se trata de un trayecto de dificultad media-alta que da comienzo y finaliza en Cáñar. La distancia cubierta se situó en torno a los 20 km.

Excelente día el que disfrutamos los que decidimos acudir este domingo a Las Alpujarras y, en concreto, a este pueblo blanco asentado en las faldas de Sierra Nevada, no muy lejos de Órgiva.

Tras dejar los coches en el aparcamiento que hay justo al entrar en el pueblo, o bien en la primera curva del mismo, nos reunimos junto a la Iglesia de Santa Ana y dimos comienzo a la ruta, ascendiendo por la ruta de la Cañada Real de los Neveros, en dirección norte. Hay que tener en cuenta que los 6 primeros kilómetros del itinerario son todos de ascenso progresivo. 700 metros de desnivel que habrá que dosificar a base de pequeñas paradas para contemplar el magnífico panorama que se nos ofrece. En la lejanía, incluso, asoman tejados de Salobreña y detrás el mar.

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Centenarios castaños ofrecen cobijo del sol y avisan de que se acerca noviembre

El camino se encuentra bordeado por encinas, castaños, algunos robles melojos y muy de cuando en cuando un nogal y de este modo nos topamos, tras varios cruces con una pista que va ascendiendo, con la Acequia de Barjas. Nosotros aprovechamos para desayunar en la era que hay cerca de una balsa de agua, pasadas un grupillo de casas dedicadas a la ganadería.

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Poco antes de llegar a la era.
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Se queda uno sin palabras para referirse a lo que se siente ante paisajes así.

Tras desayunar con calma, porque el lugar invita al descanso y la contemplación, nos ponemos en marcha y seguimos la acequia. Algunos tramos de la misma, pocos, se encuentran invadidos por maleza y hay que ir con cuidado, pero con paso seguro no representa peligro alguno.

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Algún tramo difícil por la acequia.

Y volvemos a ascender, ahora con desnivel más pronunciado, superando los barrancos del Pasillo y del Nevazo.

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Impresionantes colores de los helechos (foto sin retoque ni filtro)

En esa zona hay una bonita cascada aunque en esta ocasión caía poca agua por ella.

El siguiente punto que alcanzaremos será la Era Alta y continuando el ascenso, al fin, nos toparemos con una casa junto a la que pasa más ruidoso el caudal de la acequia. Ya falta muy poco para llegar al área recreativa de Puente Palo y dejar atrás la parte más dura de la excursión.

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Cogemos la pista correspondiente al Sendero Sulayr (GR 240) y la seguimos durante un rato. Superamos el puente que da nombre a la zona (no, no es de palos) y que da paso de una orilla a otra de Río Chico.

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Cartel explicativo. No seguimos esta ruta pero se aprecia Cáñar y el recorrido hecho.

Poco después nos salimos de la pista y ascendemos un poco por la izquierda en zigzag hasta llegar a la Acequia Almiar. Nos adentramos en un paraje maravilloso que a mí me dejó sin habla. Robles, robles y más robles, a través de cuyas hojas aterciopeladas salen rayos de sol de cuando en cuando, mientras a nuestra izquierda escuchamos el murmullo bajo del agua transparente de la acequia. Así, tres kilómetros. Indescriptible.

Salimos a una zona de prados que de nuevo nos deja disfrutar de impresionantes vistas. Por la zona no es raro ver algunas colmenas de abejas, trabajando al agradable sol de la tarde.

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Colmenas y al fondo, detrás de las montañas, el mar surcado por un barco

Dejamos un tramo después el Sulayr puesto que se dirige a Capileira y nosotros tenemos intención de regresar a Cáñar. Tomamos dirección sur y nos dirigimos en ligero descenso hacia el puesto forestal de la Atalaya de Soportújar. Voy a resultar repetitivo pero de nuevo, las vistas panorámicas exigen una y otra vez la parada y la contemplación.

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Contemplando el paisaje desde el vórtice geodésico de la Atalaya de Soportújar

Desde la Atalaya vamos en dirección más o menos suroeste y llegamos al tranquilo rincón que se eligió para asentar un centro budista (O Sel Ling). El primer hito que veremos del conjunto será la fuente y estatua de la diosa Tara, rodeado por una ligera valla protectora que hay que evitar dado que está ligeramente electrificada para evitar la entrada de animales.

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Diosa Tara, si no me equivoco en su versión Buda de la actividad iluminada

Conviene advertir a todo excursionista que se plantee seguir nuestra ruta que esta zona está dedicada a la meditación y el silencio. El lugar está abierto a todo el que quiera pasear pero se espera que lo haga con respeto y en silencio para no perturbar a los que han decidido dedicar un tiempo al retiro.

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Estupa vista desde la parte superior

Hecho el apunte, seguimos. Descendemos por el caminito bien marcado que parte de la valla de entrada a la fuente y llegaremos, primero a una estatua de Buda en una vitrina, después a una estupa y finalmente a la enorme campana, la rueda de oraciones, pensada para girarla y rodearla. Acaba así nuestro recorrido por el centro budista y tomamos un sendero a la derecha que dando una curva se irá dirigiendo sur-noroeste.

El resto del camino resulta fácil de seguir una vez se llega al Dique 24 (cuidado con asomarse porque tiene una altura considerable) y se continúa en dirección al pueblo. Aparte de algún tramo de pendiente, casi todo el camino resulta llano y cómodo.

Finalmente nos adentramos en el pueblo de Cáñar y alcanzamos de nuevo la iglesia, para irnos despidiendo del mismo, no sin pensar que habrá que volver pronto.

Laroles-Válor (Alpujarras)

Excursión realizada el día 15 de noviembre 2015.

Se trata de un trayecto de dificultad baja que transcurre entre las localidades de Laroles, Júbar, Mairena, Nechite y Válor. El espacio recorrido rondó los 17 km.

Se deja Laroles por el oeste y pronto se toma un sendero con desnivel progresivo que avanza hacia el noroeste hasta llegar a un pequeño estanque natural cubierto en estas fechas por hojas amarillas y ocre de castaño.

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El río Laroles estancado y cubierto de hojas.

Justo al cruzar el paso por ese pequeño remanso de agua comienza el único repecho importante de subida que nos eleva rápidamente mientras a la derecha, en esta ocasión, nos contemplaban algunas cabras montesas desde el otro lado de la garganta formada por el río de nombre también Laroles.

Una vez superado el escollo seguimos el sendero que nos dirige hacia la acequia (Acequia Real) y el castañar. Pronto se reduce el espacio del camino rodeados a uno y otro lado por los árboles de hoja a veces verde, a veces amarillo-rojiza, y acompañados en todo momento por el ruido constante del agua que corre aprisionada por el hombre. El suelo está alfombrado por un manto de resbaladizas hojas y moteado de castañas, muchas de ellas dulces y de buen tamaño.

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Entre la acequia y los castaños.

En ocasiones se puede contemplar un orgulloso ejemplar de gran tronco y rugosa piel. En otras, amenazante y brillante al sol como una osamenta, el pelado y huero recuerdo de uno de estos árboles. Al fin se llega hasta donde se yergue el castaño milenario, uno de los más viejos testigos del paso del tiempo en la zona, mudo, de brazos prominentes y cansados, piel gruesa y gris y tamaño descomunal.

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El castaño milenario.

No mucho después y siguiendo el sendero se llega a un puente de madera y a una ligera catarata producida por el cierre y canalización del río Laroles, que bien merece la visita.

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El principio o el final de la Acequia Real.

A partir de ahí toca dar la vuelta y regresar hasta el punto en el que se produjo el ascenso.

De vuelta seguimos a partir de ese momento la GR7, marcada en los postes con una línea roja. Apenas hay desniveles y las vistas son realmente impresionantes desde la altura a la que nos encontramos (algo más de 1.100 metros).

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Laroles desde la lejanía.

De este modo iremos recorriendo los bonitos y tranquilos pueblos alpujarreños de Júbar (con una Iglesia de inmejorables vistas, al parecer del siglo XII, nada menos), Mairena que recuerda sus molinos a la entrada, Nechite y, tras superar el río del mismo nombre, Válor.

En este lugar da fin la caminata, al menos en esta ocasión.