Canal de la Espartera – Pico de la Carne – Matas Verdes – Arenales del Trevenque

Excursión realizada el día 2 de abril de 2017.

Se trata de un trayecto de dificultad media baja que comienza y finaliza junto al Cortijo Sevilla y el Canal de la Espartera, al sureste de La Zubia. La distancia cubierta se sitúa en torno a los 17 km.

Radiante día de domingo que aprovecharon muchos para subir a las inmediaciones de Cumbres Verdes para comenzar por la zona alguna de las muchísimas rutas que se pueden realizar en esa zona. Por nuestra parte, bajamos de los coches, nos pusimos crema solar y tomamos el camino que sale hacia la izquierda desde el Canal de la Espartera, un carril de tierra que nos lleva hasta el Puente de los Siete Ojos.

Nada más atravesar el puente comienza una pendiente empinada hacia las alturas que poco a poco nos eleva hacia miradores espléndidos. El Trevenque, los picos de Sierra Nevada, la Boca de la Pescá, las crestas de los Alayos e incluso en la lejanía montañas como El Lucero.

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Boca de la Pescá con su puesto forestal y lejanas estribaciones de la Sierra de Tejeda y Almijara

Existen dos maneras de alcanzar el techo del día, a saber, el Pico de la Carne. Uno va más directo, aprovechando la cresta desde Cerro Gordo. Es más empinado (y exigente) y finaliza de modo que se debe rodear el pico por la base o medio escalar. La otra opción supone recorrer un sendero por la falda del pico, a la izquierda según avanzamos, para llegar a un punto desde el que se puede continuar viaje o subir por un arenal. Nuestro grupo se dividió entre ambas opciones.

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Ascenso por la cresta, vía más directa pero algo más dura.
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El Pico de la Carne visto desde el nornoreste. Como telón de fondo, los Alayos.

Coronado o no el pico habremos ascendido entre 300 y 350 metros de desnivel. Ahora tomamos el camino que lleva hacia Cerro Gordo aunque no llegamos a subir hasta su cima y la dejamos a nuestra izquierda. Las vistas al Trevenque y a Sierra Nevada ganan protagonismo. El sendero, por lo demás, es bastante fácil de seguir. En un momento dado, lejos a la izquierda, aparece el carril que tomaremos en dirección este. Algunos lo enfilan casi directo pero otros aprovechamos para seguir cresteando.

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Cima del Pico del Tato. Apenas se vislumbra en el centro de la foto algunos de mis compañeros. A la izquierda, el carril.

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Sostenida con dificultad, una hermana lejana de la famosa piedra de la Ciudad Encantada.

Los que aún no lo habíamos hecho, descendemos al sendero y continuamos en dirección este. Dejamos el desvío a la Cortijuela y nos encaminamos en una nueva subida hacia el bonito y frondoso paraje de Matas Verdes. En este momento alcanzamos el punto álgido de la excursión, casi 1900 metros sobre el nivel del mar. La zona tiene mayor vegetación de la vista hasta el momento y pronto nos rodean los pinos. También abundan el romero y la aulaga.

Desde ahí cambiamos rumbo y comenzamos a descender haciendo una gran curva por la Solana de la Dehesa, en la falda de la Loma de los Panaderos, hasta llegar a la fuente del río Aguasblanquillas.

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Solana de la Dehesa.

Comemos en la zona y seguimos. Vamos saliendo poco a poco de la parte boscosa que de manera paulatina pasa a matorral bajo y, finalmente, cambia el paisaje por completo. Nos encontramos en el páramo casi lunar de los arenales del Trevenque, digno escenario si así se quisiera de una película del oeste. A muchos puede parecerles un lugar yermo y desolado pero a mí me resulta especialmente sugerente.

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Ojo con las emboscadas de indios y forajidos.
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Este árbol, con su sombra, resistiendo en medio del erial, merecía un toque artístico en blanco y negro.
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Descendiendo. Apenas se nota pero por encima del caminante hay un resquicio de luna en cuarto creciente.
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Punto final de los arenales.

Cuando terminamos el paseo por esta zona y ascendemos al pequeño parapeto, aparece ante nuestra vista en la lejanía el lugar del aparcamiento de los coches. Existen muy diversos caminos y senderos que nos conducen allí, algunos más empinados y otros menos, y cada cual escoge el suyo. En 30 o 40 minutos estamos de nuevo en el punto de inicio.

Puente Cambil – El Lucero

Excursión realizada el día 26 de marzo 2017.

Se trata de un trayecto de dificultad media que comienza y finaliza en el punto kilométrico 6,8 de la pista sin asfaltar que parte de la GR3302 (carretera entre Arenas del Rey y Fornes) en su desvío dirección La Resinera. La distancia cubierta se sitúa en torno a los 20 km.

Este domingo teníamos una cita muy esperada por algunos de los miembros del club. El mítico Lucero de la Sierra de Almijara. Distintas circunstancias habían concurrido para hacer que lleváramos cierto tiempo sin visitarlo. Aunque se programó en diversas ocasiones, el mal tiempo había impedido subir.

Nos pusimos en marcha y nos dirigimos hacia el punto de partida. Conviene advertir que el camino a partir del desvío hacia la Resinera está sin asfaltar y no faltan socavones y piedras sueltas. En principio, con una conducción prudente no importa si se va en un turismo de suelo bajo, pero hay que extremar la precaución.

En principio se había pensado comenzar en el punto de información de La Resinera, pero esto alargaba la excursión casi 10 kilómetros, todos ellos por pista, así que se optó por avanzar con los coches hasta el Puente Cambil. El lugar es inconfundible porque en él, aparte del puente, hay una valla que impide continuar con vehículos a motor, excepto autorizados. Aparcamos y echamos a andar.

El día se presentaba inmejorable. Fresco por la umbría en la zona baja y el viento en la alta, pero despejado. Empezamos la caminata en dirección suroeste con ligerísimo ascenso nada más pasar el puente sobre el río Cacín. El pinar nos rodea, acompañado de densas matas de romero.

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Comenzamos el paseo.

En determinado punto, aparte del ruido del río que nos acompaña casi todo el rato, a la izquierda nos sorprenden unas chorreras que forman un pequeño estanque.

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Chorreras de la Loma del Madroño.
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Delicadas flores de brezo.

Y llegamos por fin junto a una caseta, momento de desviarnos hacia el oeste y tomar la Cuesta Parda hasta el Collado Cacines. Como su nombre indica, se trata de un sendero que asciende con fuerza para elevarnos unos 300 metros de desnivel. En el bonito collado nos detenemos para desayunar y recuperar fuerzas para lo que aún nos queda.

Continuamos con otros 200 metros de desnivel en los que va desapareciendo el pinar y se adueña de la zona el matorral bajo y la piedra característica de la zona. La recompensa, no pequeña, nos espera al llegar al Collado de la Perdiz o Puerto Llano. Allí se abre la montaña y nos deja contemplar kilómetros y kilómetros de costa mediterránea.

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Casi hemos llegado al Puerto Llano.
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Puerto Llano. Torrox en la lejanía.
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Vista suroeste desde este estupendo balcón a la Axarquía.

Nos reagrupamos y tras el disfrute y la contemplación, es hora de fijar la atención en nuestra meta principal, que se yergue orgullosa e indiferente ante el embate del viento.

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Cerro de los Moriscos o Lucero

Tal vez sea oportuno hacer una precisión terminológica. Pese a que popularmente se conoce al pico al que nos dirigimos como El Lucero, en los mapas suele aparecer como Cerro de los Moriscos. A cambio parece que se mezcla el nombre de Cerro de la Mota y Cerro del Lucero en la formación que se eleva al poco de pasar el Puerto Llano hacia el oeste. Sea Lucero o Morisco, Cerro o Pico, empezamos a ascenderlo.

Sigue su trazado un zigzagueo bien elaborado que lo hace bastante llevadero y permite superar, dosificando el esfuerzo, el arisco pedregal de caliza dolomítica. Es de advertir que alguno de sus pasos no será trago agradable si se padece de vértigo. A cambio las vistas resultan soberbias.

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El ascenso nos descubre distintos miradores.
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Cima del Cerro de los Moriscos / El Lucero.

Y cuando ya las fuerzas van menguando obtenemos el gran premio, al doblar un recodo y por fin descubrir la inconfundible silueta de los restos del cuartel-refugio abandonado en la cima. Al fondo una Sierra Nevada poco reconocible para los que solemos contemplarla desde el oeste o el norte.

En este punto como ya se ha dicho se construyó en 1948 un puesto de la Guardia Civil para luchar contra el maqui primero y los estraperlistas después. Con el tiempo su utilidad devino inútil y su mantenimiento difícil de modo que fue abandonado y así permanece. Ahora cobija del viento a los visitantes.

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Detalle de la pared superviviente.
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El mar a la derecha y estribaciones montañosas, incluido el Navachica, a la izquierda.
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La Maroma, ligeramente nevada, Cerro Malas Camas y La Chapa, entre otros.

Subyugados por el paisaje, da igual hacia dónde mire uno. Nos quedamos en el lugar pensando, haciendo fotos, esperando a los rezagados. Se despliega ante nosotros el Mediterráneo, la Axarquía, la Maroma, el pantano de los Bermejales, la lejana Sierra Nevada… Al final, con un esfuerzo y gracias al potente viento, rompemos el encanto y vamos, poco a poco, tomando el camino de regreso.

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Bajada en zigzag.
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Vista desde el Puerto de la Mota.

Comemos a resguardo del soplo de poniente en la zona del Puerto de la Mora, a escasos metros de los restos de un refugio de la guerrilla. Aquí es difícil no tropezarse con algún trozo de historia y a mí me viene a la memoria lo leído sobre la Agrupación Roberto, pues esta fue la zona que sirvió de telón de fondo a su difícil sobrevivir.

Procuro no recrearme demasiado en esos pensamientos y con el resto del grupo echo a andar en el descenso que nos lleva por el Puerto de los Tropezones hasta el Camino de la Cuesta Parda. En la Rambla Mota y al llegar a un cruce de caminos torcemos hacia la derecha en dirección este.

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Por el Camino de la Cuesta Parda.

En determinado momento nos encontramos con la posibilidad de seguir lo que queda del sendero o ascender por un corta fuegos hacia la derecha. En esta ocasión hacemos lo segundo y conectamos casi directo con el Collado de Cacines donde estuvimos desayunando. Desde aquí solo queda desandar el camino de la mañana, volver a la pista junto al Cacín y, finalmente, al punto de inicio.

Río Cuadros – Las Viñas – Torreón (variante Cerro Carluca)

Excursión realizada el día 12 de marzo 2017.

Se trata de un trayecto de dificultad baja que comienza y finaliza en el Área Recreativa de Cuadros, al sur de Bedmar (Jaén). La distancia cubierta se sitúa en torno a los 9 km.

Alternativamente, se realizó la misma excursión pero alargándola con una subida hasta el Cerro de la Carluca. Esta segunda opción es de dificultad alta y la distancia total alcanza los 11 km.

Después de un viaje algo más largo de lo habitual llegamos al punto de inicio de nuestra salida, el Área Recreativa de Cuadros, junto a las ruinas del Molino de la Sacristana. Cruzamos el puente de madera que separa los márgenes del Río Cuadros (o Bedmar) y nos adentramos en un bonito adelfal que verdea pero está lejos aún de sus esplendor estival. Tomamos aquí dirección sur, dejando el río a nuestra izquierda.

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Uno de los pasajes que forma el adelfal

El lugar tiene repartidas pequeñas mesas y asientos redondeados, imitando ruedas de molino, y no cabe duda de que estará muy concurrido en los días de calor. Nosotros seguimos y vamos tomando muy ligero ascenso, ahora acompañados por pinares y grandes matas de romero.

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Romero en flor
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El sendero es muy fácil de seguir
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Detalle del suelo boscoso

Pronto enlazamos con el camino de las Viñas que asciende, ahora sí, con cierta dureza, para salvar 300 metros de desnivel. Dosificando las fuerzas y disfrutando del bosque que nos rodea, incluyendo arbustos de lentisco que abundan en determinadas zonas. Acabado el ascenso hacemos una parada para desayunar.

No mucho después, en la zona denominada en los mapas Canalejas, junto a un extenso olivar, se bifurca nuestro camino. Unos prefieren continuar con el paseo sosegado y se dirigen a la Fuente de la Fresneda, ya en ligero descenso y por el carril que no ofrece pérdida.

Otros optamos por comenzar un pronunciado ascenso para coronar el Cerro de la Carluca (o Carluco, que de ambas maneras aparece nombrado). Atravesamos primero el olivar, teniendo que bordearlo por el norte, donde una valla caída no ofrece verdadero obstáculo.

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Comienza el ascenso

Más adelante va tomando cada vez mayor inclinación el terreno y los 500 metros de desnivel que nos separan de la meta resultan bastante exigentes a nivel físico. En especial los primeros 300.

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Algunas flores se esconden entre los recovecos del terreno, evitando el azote del viento
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Hay que llegar al punto más alto
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Vista de lo que vamos dejando atrás
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Un lirio de la montaña. Había pequeñas praderitas pintadas con sus preciosos colores

Según ascendemos desaparecen los árboles y en la lejanía podemos contemplar las hermosas montañas que se elevan aquí y allá sobre la planicie de olivares. Las vistas son espectaculares.

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Albánchez de Mágina (antes, de Úbeda), a los pies del Cerro Aznatín
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Hacia el suroeste descollan diversos picos de Sierra Mágina
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En el Cerro Carluca

Después de pararnos a contemplar las hermosas vistas que se nos ofrecen, nos preparamos para la bajada. Para ello contábamos con un track extraído de internet en el que se dejaba advertencia de que esa parte había sido hecha en plan «de por libre». No obstante no imaginábamos hasta que punto el desnivel, la falta de sendero y el terreno de piedas sueltas iban a suponer todo un reto. Es el motivo principal de que haya declarado «difícil» esta excursión.

Mi impresión personal tras estudiar el mapa posteriormente y algunas rutas similares, es que existe una opción menos pendiente y peligrosa, bajando del cerro en dirección suroeste y luego ligeramente oeste, siguiendo el cresteo, hasta topar con un sendero que cruza en torno a los 1210 metros en dirección noreste. Es un camino de piedra suelta pero camino al fin y al cabo, y con una inclinación menor.

Sea como fuere, nosotros hicimos la bajada campo a través, lo que requiere pericia y extremo cuidado.

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La difícil bajada apenas se refleja en una foto

El panorama, cuando uno puede levantar los ojos del suelo, sigue siendo magnífico. En especial destaca la espina de piedra que festonea al norte los campos de olivos, llamado El Torcal.

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Aquí se aprecia un poco más el desnivel
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El Torcal al fondo

Acabado el descenso no tardamos en llegar a la Fuente de la Fresneda y retomamos así el itinerario que hizo el resto del club.

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Pequeño campo de rucas

Desde allí tomamos dirección este por el carril hasta llegar al desvío hacia el Torreón de Cuadros. Nos acercamos al mismo para disfrutar de su mirador sobre el río y tocar ese pedazo de historia allí conservado.

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La arrastrada vida del fotógrafo da sus frutos 🙂

Desde allí bajamos a la Ermita de Cuadros que justamente abría sus puertas cuando llegamos a sus puertas, a eso de las 16:00. Contemplamos el lugar, lleno de macetas con variadas flores y caños de agua fresquita. Acto seguido bajamos en dirección a la Cueva del Agua, regresamos al sendero principal y alcanzamos la zona de aparcamiento de los coches poco después.