Prado Negro – Jinestral

Excursión realizada el día 19 de febrero 2017.

Se trata de un trayecto de dificultad media baja da comienzo y finaliza en Prado Negro, en la Sierra de Huétor. La distancia que se pretendía cubrir se situaba en torno a los 14 km., si bien la efectivamente realizada no debió de llegar a los 10 km.

Pese a que las previsiones del tiempo no eran muy buenas decidimos, como cada domingo, mantener la propuesta inicial de nuestro calendario que consistía en un itinerario que partía de Prado Negro, subía hasta el Cortijo de Pedro Andrés y tras elevarnos por la Sierra Arana regresaba al punto de inicio pasando por el Peñón de la Cruz.

A pocos kilómetros del inicio comenzaron las dificultades puesto que el día anterior había llovido mucho y el suelo formaba lodazales. El barro se pegaba a nuestras botas y añadía peso y dificultad al avance, pese a lo cual no nos queríamos rendir.

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Superado el Cortijo de Pedro Andrés y no muy lejos de las estribaciones orientales de Sierra Arana comenzó a soplar un viento frío e inclemente que nos obligó a cobijarnos junto a unas peñas. Pero no acabó aquí la cosa. Una espesa y húmeda niebla decidió acompañarnos a ratos para dificultar aún más la marcha. Atacados por tantos frentes aprovechamos para darnos un descanso, desayunar y valorar las opciones que teníamos disponibles. Algunos habían tenido suficiente para entonces y decidieron regresar al punto de inicio con la idea de buscar alternativas a la subida. El resto del grupo, por casualidades del destino, sumamos el significativo y algo mágico número doce. Y empezamos a subir.

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El terreno cambió gradualmente y quedaron atrás los barrizales para transformarse en pedregales. Según ascendíamos, de manera pronunciada, por los llamados Tajos de Medialuna, la niebla comenzó a cubrirnos, ahora sí como un velo en la vista que nos obligaba a reunirnos cada pocos metros para que nadie se extraviase.

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Unos metros más allá se perdía el contacto visual.

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En torno a los 1800 metros alcanzamos la cima de esa parte y nos dirigimos lentamente hacia el oeste, en un ligero ascenso que aún nos colocaría en los 1900 m. El viento, para entonces, sopló con mayor furia y nos azotaba y desequilibraba cada vez que nos colocábamos a su merced en alguna cresta, así que extremamos las precauciones todavía más.

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Detalle de hielo agarrado a la maleza.
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Reagrupados junto al árbol de la escarcha.
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De repente aclara por el norte y podemos contemplar algo del panorama lejano, pero dura poco.
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¿Por la derecha o por la izquierda?

Los apenas 2 kilómetros, en realidad menos, que nos separaban del Jinestral, se nos hicieron larguísimos y aunque nos veíamos fuertes y capaces de terminar, consideramos que la prudencia dictaba buscar el modo de perder altura y reducir la excursión.

En algún punto más hacia el oeste, mucho antes de llegar a la Cabeza del Caballo, conseguimos encontrar un paso para comenzar a descender. Se veía complicado pero viable y lo seguimos despacio hasta descender por completo de la Sierra Arana.

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De regreso se perfila en la lejanía la silueta del Majalijar.

Finalmente, retomamos el camino de la mañana y retornamos al aparcamiento de los vehículos en los que nos habíamos desplazado.

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Al terminar la excursión se entremezclan sentimientos encontrados. Por un lado, la idea de que hay que regresar para intentarlo de nuevo en una jornada más propicia porque no cabe duda de que pese a las dificultades del terreno el itinerario merece mucho la pena. Por otro, que pese a todo ha sido un día divertido y aventurero que, al menos yo, no me querría haber perdido. Jornadas como esta son de las que entran a formar parte de la épica que luego provocan frases como «si dices que esto es niebla y viento es que tú no estuviste con los doce en el Jinestral«. Como se decía y todavía se dice, que nos quiten lo «bailao» 🙂

Nívar – Sierra de Huétor

Excursión realizada el día 8 de enero 2017.

Se trata de un trayecto de dificultad media-baja que da comienzo y finaliza en la localidad de Nívar. La distancia cubierta se situó en torno a los 18 km.

Acabadas las fiestas de esta época tocaba retornar al campo y continuar con la otra mitad de nuestro programa. En esta ocasión regresamos a la Sierra de Huétor, un lugar del que es difícil cansarse y que, en esta época del año, ofrece panorámicas incomparables de Sierra Nevada.

Dimos comienzo a nuestra andadura en las cercanías de Nívar. La mañana se presentaba fría pero agradable, sin asomo de nube en el horizonte. Comenzamos un ligero ascenso por la cara suroeste de la Sierra de la Yedra y tras superar unos 150 metros de desnivel nos fuimos dirigiendo en dirección norte y noreste siguiendo la falda de dicha sierra. En esta parte de la excursión se aprecia Cogollos Vega y los impresionantes cerros que limitan al este con la población.

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Cogollos Vega
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Peñón de la Mata

Allí caía el sol que a nosotros nos faltaba por la mañana, dado que paseábamos por una bonita umbría en la que, aquí y allá, destacaba en el suelo el blanco de la escarcha.

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Zonas con escarcha
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Detalle: piñas con escarcha

Seguimos bordeando toda la sierra por el sendero que lleva a Carifaquín y desde ahí ascendemos a la cresta para llegar al Cerro de la Yedra. En su entorno se encuentras unas trincheras de la guerra civil de las que se conservan bastantes restos, siendo tal vez el más curioso las escaleras que se cimentaron al cobijo de una roca.

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Escalera de las trincheras de la Yedra
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Corredor de acceso a nido de ametralladora orientado al Peñón de la Mata
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Interior del nido de ametralladora
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Puesto de vigía oculto en la roca. Foto solo apta para valientes 🙂

Desde allí descendemos un poco para aprovechar el carril que va en dirección este hasta determinado punto en el que se bifurca. Nosotros elegimos en el cruce el camino que se dirige al sur hasta la llamada Loma de Juan. En ese punto rodeamos otro cerro para visitar el abandonado Sanatorio para tuberculosos de la Alfaguara.

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Llegando a las ruinas del sanatorio

El lugar, desolado, es bien conocido por sus famosas leyendas acerca de fantasmas y espíritus, lo que le ha convertido en un punto neurálgico de cualquier mapa de sucesos paranormales en España.

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Pues no, no aparece ningún ectoplasma en la foto y mira que lo intenté
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Techo apenas agarrado a la parte superior. Me ha tentado poner algún fantasma en la foto, no lo voy a negar

Dejando a un lado el mundo del más allá, en el de más acá lo que sí se ofrece en el lugar es un estupendo mirador a Sierra Nevada, cubierta de nieve.

Seguimos rodeando el cerro y se llega a la Fuente Fría que estaba cortada este día. Es un paraje bonito, ahora lleno de musgo y fresco.

Nuestro camino regresa a la Loma de Juan y se dirige a la zona de la Alfaguara. Dejamos el campamento a la derecha y enfilamos hacia la Cueva del Agua en un continuo pero apacible ascenso. Al llegar tenemos otra vez ocasión de contemplar los alrededores y, por supuesto, Sierra Nevada, sin obstáculo montañoso que reduzca la visibilidad. Es, probablemente una de las vistas más despejadas y amplia que se puede tener de la sierra.

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También se encuentra allí la conocida cueva que da nombre al paraje, cerrada para evitar su deterioro. Parece que el lugar fue utilizado desde muy antiguo y reaprovechado como escondite durante la guerra civil. Un poco más arriba de este lugar paramos para comer.

Terminado el ágape nos ponemos las mochilas de nuevo y seguimos el sendero hacia el oeste. Siguiendo el mismo daríamos una vuelta que nos llevaría a la Cruz de Víznar pero nosotros lo abandonamos para llegar a la Cruz de Alfacar, a unos 1490 metros de altitud. De nuevo el paisaje exige una parada para la contemplación y para las fotos de rigor. En la lejanía, desde tan privilegiada atalaya, llega a vislumbrarse el Pantano de Cubillas.

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Aquí pensé en Iwo Jima. Así están las cabezas

Desde aquí toca ir descendiendo, aprovechando el Barranco del Puerto que se encuentra al norte de la cruz, llegar a la carretera e irla cruzando con cuidado, entre encinas y olivos, mientras contemplamos cuevas y escaladores en las paredes que nos cercan. Finalmente llegamos al punto en el que dejamos los coches.

Venta del Molinillo – Majalijar

Excursión realizada el día 20 de marzo 2016.

Se trata de un trayecto de dificultad media que da comienzo y finaliza en la Venta del Molinillo, en la Sierra de Huétor. La distancia cubierta se situó en torno a los 20 km.

Debido a que se desarrollaron dos excursiones distintas, dado que el grupo se dividió, y a que las festividades han alargado mucho el momento de transcribir esta entrada, en esta ocasión voy a ser bastante breve en las descripciones y me limitaré a dejar constancia, más bien fotográfica, de lo acontecido.

La excursión se iniciaba en las ruinas de la Venta del Molinillo, al parecer antigua parada de los autobuses de la línea Granada-Guadix. A poco de andar encontramos la entrada al Cortijo de la Ermita.

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Entrada al Cortijo de la Ermita

Sigue una pista de tierra que se encuentra con otras ruinas, curiosas, del Cortijo del mismo nombre, también llamado el Palacio Árabe.

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Cortijo de la Ermita

No muy lejos de allí encontramos la fuente conmemorativa de Manolo el del Molinillo, recordado por sus habilidades como curandero.

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Desde aquí vamos a seguir un sendero que nos lleva hasta la Acequia medieval de Fardes, dejando por el camino agradables praderillas cercadas por enormes peñascos.

 

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Desde la abandonada acequia se ofrecen «balcones» desde los que poder contemplar el bosque que nos rodea y, a lo lejos, Sierra Nevada.

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Continuamos en dirección a la base del Majalijar.

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Allí nos separamos en dos grupos. Uno de ellos, conmigo entre sus integrantes, optamos por coronar la cumbre. El otro rodea la base.

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El duro ascenso
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Queda poco. Ya se aprecia el vértice geodésico.

Tras superar el desnivel y los neveros que se albergan cara al norte, toca disfrutar del momento e inmortalizarlo con algunas fotos.

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Rodeando la base también se encuentran parajes dignos de ser visitados.

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Los que subimos hasta la cumbre optamos por bajar hasta una pradera, no muy lejos de la acequia, en la que comemos, tomamos té, se saca la bota y alguno aprovecha para practicar su magnífica dicción inglesa con la palabra «squirrel». Suena extraño, lo sé, pero prometí dejar constancia del hecho.

Recuperamos el camino y llegamos a la Acequia. El tiempo va empeorando poco a poco y toca apresurarse un poco.

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Las nubes a la izquierda van avisando de lo que se avecina

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Y así, siguiendo el curso, esta vez con agua, de la acequia, llegaremos finalmente al lugar en el que había iniciado el trayecto, regresando por el mismo sitio hacia los coches.

Aprovecho, como siempre, para agradecer las fotografías que he tomado de Pedro Pedrosa, Angus y Rafael.

Cañada del Sereno y Nacimiento del Darro

Excursión realizada el día 22 de noviembre 2015.

Se trata de un trayecto de dificultad media-baja que da comienzo y finaliza en Huétor Santillán. La distancia cubierta fue de unos 22 km.

Pasando por debajo del puente de la A92 a su paso por encima de Huétor Santillán comienza un ascenso de cierto desnivel a través de un pinar, hasta un agradable mirador que abarca principalmente el sur y el este de la zona. Dado que el sábado había nevado en las cumbres de Sierra Nevada y hacía un tibio sol invernal la panorámica era limpia y espectacular.

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Huétor Santillán desde el mirador

A partir de ese punto seguimos el camino en dirección a la casa forestal abandonada de Los Bolones.

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Frío intenso al dejar el sol detrás del monte.

Si prestamos atención, además de los pinos, podremos observar algunos pinsapos y secuoyas.

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Secuoya y pinsapo.

Llegamos a Los Bolones. Es una pena el abandono de este lugar. Se accede a él por un caminito marcado por los árboles y se llega a una especie de patio abierto adyacente al edificio. A través de las ventanas rotas se pueden ver camas y colchones abandonados, algún armario desvencijado… el decorado ideal para una película de miedo. Nosotros aprovechamos para hacer una breve parada y disfrutar del sol.

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Caminito de acceso.
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Descanso en Los Bolones.

Continua el trayecto en dirección a otro puesto forestal, el de los Peñoncillos, lugar bastante transitado estos días por excursionistas, ciclistas, corredores y buscadores de setas, dado que hasta ese punto se puede acceder en coche. A partir de este lugar se pueden evaluar otros muchos itinerarios dado que la Sierra de Huétor ofrece montones de posibilidades. Nosotros tomamos la Cañada del Sereno, lo que requiere cierta atención para localizar el sendero que se atisba hacia la izquierda según venimos.

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Por la Cañada del Sereno.

Según vamos ascendiendo, por medio de un desnivel constante pero muy poco pronunciado, las vistas que se nos ofrecen no dejan indiferente. En especial en dirección a Sierra Nevada donde se aprecian sus principales picos, a ratos brillantes de nieve y hielo gracias al sol, en otros momentos acompañados de nubes.

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Sierra Nevada.

Continuando el camino aparece un asiento de piedra con cartel informativo, nos advierte que ya bien lejos hemos dejado la Dehesa de los Bolones y que también en lontananza se pueden atisbar la Sierra de Víznar, la de la Alfaguara y la de la Yedra. Se destaca igualmente, a lo lejos, el Cerro del Maúllo, junto al que pasaremos ya terminando el trayecto.

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Cartel con información.

Seguimos. Después de superar un recodo, en el horizonte aparece nuestro siguiente objetivo, el puesto de vigilancia contra incendios Las Minas.

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A lo lejos, apenas un puntito blanco, el mirador de Las Minas.

Más adelante nos adentramos en una zona fría y poblada principalmente por pinos. Estamos en la Umbría del Polvorite. Pese a que apenas ha llovido este otoño no es nada raro encontrarse con setas a cada pocos metros. También las evidentes señales del paso, tanto de jabalís, como de buscadores de setas.

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Setas.

La cañada continúa, si bien nosotros recortamos por un sendero en dirección hacia el puesto de vigilancia de Las Minas, bajando por el cauce seco de un riachuelo.

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Cauce seco y continuación del sendero.

Finalmente llegamos al desvío hacia el mirador de Las Minas que marca tan solo un kilómetro si bien es de desnivel pronunciado. El ascenso nos lleva a través de algunas encinas y quejigos, junto a los omnipresentes pinos.

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Ascendiendo.
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Casi estamos. Al fondo se puede ver el Pantano del Cubillas.
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Al fin arriba.

Llegados por fin arriba, el esfuerzo tiene su recompensa con un mirador privilegiado de 360·. Se mire hacia donde se mire la vista queda atrapada por el paisaje. Aparte del Parque Natural de Huétor en todo su esplendor y los nevados picos de la sierra, ahora se añade un balcón hacia la Sierra de Arana.

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Tras un merecido descanso y la contemplación del horizonte en todas las dirección, es hora de deshacer el camino y regresar hasta el lugar del desvío. Una vez allí descenderemos por otro sendero que nos dirige hasta El Púlpito, monte que rodeamos para alcanzar una pista forestal. Desde allí se llega en un fácil paseo hasta la fuente de la Teja. Se acerca el final de la excursión.

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Más adelante dejamos la pista y seguimos otro cauce seco de más difícil tránsito, lleno de la típica vegetación que anuncia el agua de un río.

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Incluso un precioso sauce, solitario, hace de centinela.

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Tampoco faltan los árboles engalanados por hojas amarillas otoñales.

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Por fin llegamos al nacimiento del río Darro. Si nos fijamos bien podemos apreciar como el agua emerge y burbujea desde el fondo del lecho.

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Nacimiento del río Darro.

Estamos en el último tramo del viaje. Superado este punto dejamos atrás una pequeña cascada a pocos metros del nacimiento y seguimos un sendero desde el que se contempla El Maúllo y se pueden apreciar sus fortificaciones y trincheras. Cuando queremos darnos cuenta estamos de vuelta en Huétor Santillán.