Excursión realizada el día 25 de septiembre 2016.
Se trata de un trayecto de dificultad media-alta que da comienzo y finaliza en la carretera A-4025, a pocos kilómetros de El Dornajo (Sierra Nevada). La distancia cubierta no pude medirla pero imagino que se situó en torno a los 20 km.
El itinerario de esta excursión era el originalmente previsto en la salida que hicimos el 15 de mayo y que se comenta en El Dornajo – Piedra Resbaladiza – Camino de las Sabinas
De hecho, casi toda la primera parte del mismo transcurre por el mismo camino, ascendiendo hasta el Refugio de San Francisco y girando después hacia Piedra Resbaladiza. En aquel entonces había nieve lo que dificultaba la ascensión e hizo preciso modificar el trayecto en parte. En esta ocasión no fue el caso.
En principio no me detendría demasiado en esa parte coincidente si no fuera porque tuve la ocasión privilegiada de contemplar el interior del Refugio de San Francisco.

Hay que recordar que se trata de un refugio perteneciente a la Sociedad Sierra Nevada y que normalmente se encuentra cerrado, salvo que alguno de sus integrantes lo ocupe. Por tanto, aprovechando la gentileza de los socios que allí estaban, hice algunas fotos en plan rápido del interior. La calidad de las mismas no es muy buena dado el contraste de luz y que hice las tomas de manera algo rápida y no hacen mucha justicia al ambiente cálido y agradable que se respiraba en su interior, pero sirven al menos para hacerse una idea.






Una vez bajamos a la estribación del río San Juan y la superamos, comenzamos a ascender en dirección a la tremenda y fascinante Piedra Resbaladiza.

Su nombre nos retrotrae muy lejos en el pasado, cuando en Sierra Nevada enormes glaciares cubrían sus cimas y valles. Esta enorme roca tuvo que soportar el desplazamiento de los mismos y por ello terminó, con el paso de los siglos, adquiriendo un tacto liso y pulido salvo donde se resistían los pequeños granates.


Dejamos atrás estos testigos del pasado y seguimos el ascenso en un desnivel total en torno a los 400-500 metros.

Y de este modo alcanzamos la zona al parecer llamada Hoya del Moro (no confundir con la de la Mora, que anda cerca), regada por el joven, a esas alturas, San Juan.

Desde este punto giramos en dirección noroeste y nos dirigimos al Mojón del Trigo y al viejo observatorio, que anda ahora restaurado.

La parte de ascenso finaliza aquí y nosotros aprovechamos para comer junto a los peñones de San Francisco, junto al Albergue Universitario. Al terminar retomamos el camino pasando por el propio alto de los Peñones de San Francisco y dirigiendo después nuestros pasos hacia el camino de las Sabinas. Como su nombre indica, los matorrales de sabinas cubren buena parte del recorrido, tapan en algunas zonas el sendero y resultan algo incómodas para pantalones cortos o para las pobres patas de nuestro acompañante canino (el bueno de Siro).
Tras el paseo que nos lleva justo a una de las curvas de la carretera de la Sierra comienza el descenso pronunciado que nos llevará a un frondoso bosque de pinos. Por el camino dejamos a los lados agracejos, matas de rosas silvestres y, por el suelo, de cuando en cuando, bonitas flores de crocus.


De este modo llegamos rápido a las ruinas del cortijo que ya se comentó en la entrada de mayo y cuyo tramo final coincide con el de esta excursión. Termina el descenso muy cerca de donde aparcamos los coches. Damos así fin a una salida especialmente grata por temperatura, paisajes y panoramas.
Aprovecho para dar las gracias a Rafael por sus fotos, dos de las cuales he aprovechado en esta entrada, a Luis por compartir sus conocimientos de geología y a Cristina por hacer lo propio con los de botánica.