Se trata de un trayecto de dificultad media baja que da comienzo y termina en el centro de visitantes de Mata Bejid (Jaén). La distancia cubierta se situó en torno a los 18 km.
Para ser exactos esta excursión es una réplica de la que hicimos el año pasado a finales de enero, si bien en esta ocasión aprovechamos la vuelta para acercarnos a Mata Bejid, la finca cercana al centro de visitantes. Por tanto, me remito a la entrada de entonces por lo que se refiere al itinerario.
Entre los pocos cambios que puedo señalar, sabedor de las interesantes cuevas que hay en el trayecto, resultó que me adentré un poco en la sima de desconocido nombre que hay cerca de la intersección que lleva a la hoya de los quejigos. Apenas 30 metros porque no iba bien preparado, salvo por el frontal.
Detalle del interior de la sima.
En la explanada aproveché igualmente para retratar de nuevo el inmenso quejigo que se alza provocador.
Quejigo I le dije en la anterior ocasión. Y lo mantengo.
La erinacea anthyllis, conocida como cojín de monja, en algunas zonas estaba en flor.Detalle de la Fuente de … bueno, de la fuente.Del susto de vernos, esta rana saltó a la fuente y más tarde se escondió en el fango del fondo. No hubo manera de besarla.El Castillejo, ya visitado en la anterior ocasión. De fondo se aprecia el pico Almaden, con sus antenas.Otro regalo en forma de avistamiento de lagarto.
Terminada la excursión prevista aprovechamos para acercarnos a la cercana aldea de Mata Bejid, un lugar sorprendente que parece salido de principios del siglo pasado. Primero en manos de unos empresarios catalanes (aquí habitó al parecer el torero «Bombita») y más tarde repartido en lotes, el lugar se encuentra algo descuidado pero tal vez por ello desprende ese encanto melancólico. Se encuentran allí una ermita y una almazara, con sus máquinas y todo, completamente abandonadas.
La gran casa.Ermita con fuente delantera.
Almazara abandonada.
Y hasta aquí la pequeña crónica del domingo. No me quiero despedir sin dar las gracias a la persona que nos atendió en el Centro de Interpretación de Mata-Bejid, un hombre majísimo que nos ayudo mucho con algunos problemas logísticos y nos facilitó toda la información que le solicitamos, que no fue poca. Lamento no haberle preguntado el nombre. Sea como fuere, ¡mil gracias!
Se trata de un trayecto de dificultad baja que comienza y finaliza en el Área Recreativa de Cuadros, al sur de Bedmar (Jaén). La distancia cubierta se sitúa en torno a los 9 km.
Alternativamente, se realizó la misma excursión pero alargándola con una subida hasta el Cerro de la Carluca. Esta segunda opción es de dificultad alta y la distancia total alcanza los 11 km.
Después de un viaje algo más largo de lo habitual llegamos al punto de inicio de nuestra salida, el Área Recreativa de Cuadros, junto a las ruinas del Molino de la Sacristana. Cruzamos el puente de madera que separa los márgenes del Río Cuadros (o Bedmar) y nos adentramos en un bonito adelfal que verdea pero está lejos aún de sus esplendor estival. Tomamos aquí dirección sur, dejando el río a nuestra izquierda.
Uno de los pasajes que forma el adelfal
El lugar tiene repartidas pequeñas mesas y asientos redondeados, imitando ruedas de molino, y no cabe duda de que estará muy concurrido en los días de calor. Nosotros seguimos y vamos tomando muy ligero ascenso, ahora acompañados por pinares y grandes matas de romero.
Romero en florEl sendero es muy fácil de seguirDetalle del suelo boscoso
Pronto enlazamos con el camino de las Viñas que asciende, ahora sí, con cierta dureza, para salvar 300 metros de desnivel. Dosificando las fuerzas y disfrutando del bosque que nos rodea, incluyendo arbustos de lentisco que abundan en determinadas zonas. Acabado el ascenso hacemos una parada para desayunar.
No mucho después, en la zona denominada en los mapas Canalejas, junto a un extenso olivar, se bifurca nuestro camino. Unos prefieren continuar con el paseo sosegado y se dirigen a la Fuente de la Fresneda, ya en ligero descenso y por el carril que no ofrece pérdida.
Otros optamos por comenzar un pronunciado ascenso para coronar el Cerro de la Carluca (o Carluco, que de ambas maneras aparece nombrado). Atravesamos primero el olivar, teniendo que bordearlo por el norte, donde una valla caída no ofrece verdadero obstáculo.
Comienza el ascenso
Más adelante va tomando cada vez mayor inclinación el terreno y los 500 metros de desnivel que nos separan de la meta resultan bastante exigentes a nivel físico. En especial los primeros 300.
Algunas flores se esconden entre los recovecos del terreno, evitando el azote del vientoHay que llegar al punto más altoVista de lo que vamos dejando atrásUn lirio de la montaña. Había pequeñas praderitas pintadas con sus preciosos colores
Según ascendemos desaparecen los árboles y en la lejanía podemos contemplar las hermosas montañas que se elevan aquí y allá sobre la planicie de olivares. Las vistas son espectaculares.
Albánchez de Mágina (antes, de Úbeda), a los pies del Cerro AznatínHacia el suroeste descollan diversos picos de Sierra MáginaEn el Cerro Carluca
Después de pararnos a contemplar las hermosas vistas que se nos ofrecen, nos preparamos para la bajada. Para ello contábamos con un track extraído de internet en el que se dejaba advertencia de que esa parte había sido hecha en plan «de por libre». No obstante no imaginábamos hasta que punto el desnivel, la falta de sendero y el terreno de piedas sueltas iban a suponer todo un reto. Es el motivo principal de que haya declarado «difícil» esta excursión.
Mi impresión personal tras estudiar el mapa posteriormente y algunas rutas similares, es que existe una opción menos pendiente y peligrosa, bajando del cerro en dirección suroeste y luego ligeramente oeste, siguiendo el cresteo, hasta topar con un sendero que cruza en torno a los 1210 metros en dirección noreste. Es un camino de piedra suelta pero camino al fin y al cabo, y con una inclinación menor.
Sea como fuere, nosotros hicimos la bajada campo a través, lo que requiere pericia y extremo cuidado.
La difícil bajada apenas se refleja en una foto
El panorama, cuando uno puede levantar los ojos del suelo, sigue siendo magnífico. En especial destaca la espina de piedra que festonea al norte los campos de olivos, llamado El Torcal.
Aquí se aprecia un poco más el desnivelEl Torcal al fondo
Acabado el descenso no tardamos en llegar a la Fuente de la Fresneda y retomamos así el itinerario que hizo el resto del club.
Pequeño campo de rucas
Desde allí tomamos dirección este por el carril hasta llegar al desvío hacia el Torreón de Cuadros. Nos acercamos al mismo para disfrutar de su mirador sobre el río y tocar ese pedazo de historia allí conservado.
La arrastrada vida del fotógrafo da sus frutos 🙂
Desde allí bajamos a la Ermita de Cuadros que justamente abría sus puertas cuando llegamos a sus puertas, a eso de las 16:00. Contemplamos el lugar, lleno de macetas con variadas flores y caños de agua fresquita. Acto seguido bajamos en dirección a la Cueva del Agua, regresamos al sendero principal y alcanzamos la zona de aparcamiento de los coches poco después.
Se trata de un trayecto de dificultad media que da comienzo y termina en el centro de visitantes de Mata Bejid (Jaén). La distancia cubierta se situó en torno a los 18 km.
Para variar un poco en esta ocasión nos alejamos de Granada y damos el salto a nuestra vecina Jaén para disfrutar de un paraje encantador: Sierra Mágina.
La excursión da comienzo en el centro de visitantes de Mata Bejid, algo más avanzada la A-301 tras pasar la localidad del mismo nombre. El domingo en el que fuimos nosotros se encontraba el lugar completamente solitario. El edificio cerrado y el silencio de la zona solo roto por nuestras conversaciones. El suelo daba cuenta del frío de la noche ya acabada pues se encontraba lleno de escarcha. No obstante salía ya el sol que nos acompañó todo el día. Echamos a caminar.
Tomamos el sendero que parte hacia el este hasta llegar a un conjunto de chozas, restos de la vida pastoril de la zona. Desde ahí enfilamos en dirección nornoreste.
Escarcha sobre la madera y el suelo al comienzo de la excursión.
Debe advertirse que la dificultad expresada al comienzo de la entrada se refiere al trayecto en cuanto a exigencia física, condiciones de los senderos y distancia. No obstante hay otro elemento a tener en cuenta que es la escasa señalización del camino que vamos a seguir. Se recomienda utilizar algún tipo de tracker por GPS para evitar perderse o dejar de ver algunos de los hitos del paseo, en especial las cuevas.
Seguimos. En este tramo comienza una ascensión asequible, no demasiado empinada, que nos lleva por un sendero cercado por el bosque mediterráneo, especialmente pinos a los que pronto van dando relevo las encinas. En un lado del sendero hay una hondonada en la que se esconde una grieta que da a una sima a la que algunos nos asomamos un poco.
Hondonada. La zona oscura es el agujero de la sima.
No mucho después acaba esta primera parte de ascenso y llegamos a una zona de suelo arcilloso y rodeada de árboles centenarios. Al parecer se llama Hoyo de los Nevazos. Debo decir que esta excursión es un sueño para los tree-huggers (tendencia latente en el autor de este post), o por decirlo de modo menos socarrón, para todo el que ame la botánica y en especial los árboles. Los esplendorosos ejemplares de encina y quejigo que allí se contemplan, de muy rugoso y grueso tronco y grandioso perfil, llaman poderosamente la atención.
Quejigo I, Señor de la Explanada 🙂
El paisaje en general nos trae a la mente una dehesa a la que solo le faltan los gorrinos correteando (y señales hay del paso al menos de jabalíes).
El sendero que seguimos se junta con una pista de tierra durante un corto trecho, a la que tendremos que volver en el regreso. Salimos de ella hacia la derecha para alcanzar una fuente con forma de abrevadero escalonado, de la que mana agua muy fresca. Su nombre, tan sonoro como irreverente, tiene varias etimologías populares. Aquí dejo una de ellas.
Desde aquí nos elevamos de nuevo, paso a paso, alcanzando la llamada Escaleruela, unas formaciones rocosas que cercan el sendero de ascenso y lo llenan de falsos escalones.
Pico Mágina.
En esta zona se alcanza la máxima altura prevista para la excursión. Se disfruta de muy buenas vistas y si hay suerte tal vez se detecte algún gran ave (hay por la zona águilas reales o chiveras). Tampoco será raro encontrarse con ovejas huidizas. Al frente, dirección oeste, el Almadén y sus característicos repetidores. En dirección noreste, el Mágina.
Algunos de los excursionistas decidimos subir algo más, hasta las faldas del pico Mágina. Monte arriba siguen fascinando las encinas, aferradas a cualquier saliente entre las erosionadas piedras calizas.
Tope de altura alcanzado en esta ocasión.
Ahora toca descender con cuidado para reencontrarnos con el resto del grupo junto a la fuente. Desde ahí tomamos la pista de tierra de nuevo y la seguimos con calma, disfrutando del día cada vez más cálido y del paisaje que nos rodea. Dejamos a un lado ruinas de algún antiguo cortijo y un cartel que nos cuenta sobre los avatares de la zona.
Más adelante se asomarán los restos del castillo de Mata Bejid o Begid.
Restos del castillo a vista de bruja. Al fondo algunos aprovechan para danzar en la explanada adyacente.Una de sus maltrechas torres.
En este lugar aprovechamos para descansar, comer y disfrutar de la contemplación de la zona. Según me enteré buscando información el lugar presume de bruja voladora y acrobática, avistada al parecer por algunos durante las noches de verano, escoba en mano y gorro al viento. La llaman la Bruja de Cambil o la Bruja del Castillejo y si tengo tiempo investigaré sobre el tema.
Nosotros abandonamos el lugar y seguimos cada vez más hacia el sur. En un momento dado nos salimos del carril para empezar a ascender en busca de una escondida oquedad de gran tamaño llamada Cueva Tocinos. Ya adelanto que encontrarla no fue nada fácil, aunque mereció la pena el empeño.
Alcancé a bajar hasta un punto que me pareció seguro pero no descendí más, aunque se vislumbraba un agujero en un lateral del suelo. Desde ahí hice las dos fotos anteriores en la que se aprecia un poco la profundidad.
Por si todo lo visto fuera poco, aún nos quedaba, ya de regreso, otra cueva más. Cueva de la Solana se llama. Es pequeña y está muy escondida (con track y todo, indicando 40 metros de distancia, no conseguíamos dar con ella). En su interior hay pinturas que imitan el arte rupestre, especialmente el levantino.
Pseudo-damas del Cogul en Cueva de la Solana.
El final de la excursión se acerca. Cada vez nos encontramos más cerca del centro de visitantes. El sendero se hace difícil y nos empuja casi hasta la carretera, pero con cuidado y tenacidad se llega hasta la meta.
Una excursión preciosa en la que no me puedo creer que no nos cruzáramos con nadie en absoluto.
Como siempre, agradezco la puesta a disposición de las fotos por parte de todo el grupo. En este post he incluido algunas de Rafael y creo que de Angus.