Excursión realizada el día 22 de noviembre 2015.
Se trata de un trayecto de dificultad media-baja que da comienzo y finaliza en Huétor Santillán. La distancia cubierta fue de unos 22 km.
Pasando por debajo del puente de la A92 a su paso por encima de Huétor Santillán comienza un ascenso de cierto desnivel a través de un pinar, hasta un agradable mirador que abarca principalmente el sur y el este de la zona. Dado que el sábado había nevado en las cumbres de Sierra Nevada y hacía un tibio sol invernal la panorámica era limpia y espectacular.

A partir de ese punto seguimos el camino en dirección a la casa forestal abandonada de Los Bolones.

Si prestamos atención, además de los pinos, podremos observar algunos pinsapos y secuoyas.

Llegamos a Los Bolones. Es una pena el abandono de este lugar. Se accede a él por un caminito marcado por los árboles y se llega a una especie de patio abierto adyacente al edificio. A través de las ventanas rotas se pueden ver camas y colchones abandonados, algún armario desvencijado… el decorado ideal para una película de miedo. Nosotros aprovechamos para hacer una breve parada y disfrutar del sol.


Continua el trayecto en dirección a otro puesto forestal, el de los Peñoncillos, lugar bastante transitado estos días por excursionistas, ciclistas, corredores y buscadores de setas, dado que hasta ese punto se puede acceder en coche. A partir de este lugar se pueden evaluar otros muchos itinerarios dado que la Sierra de Huétor ofrece montones de posibilidades. Nosotros tomamos la Cañada del Sereno, lo que requiere cierta atención para localizar el sendero que se atisba hacia la izquierda según venimos.

Según vamos ascendiendo, por medio de un desnivel constante pero muy poco pronunciado, las vistas que se nos ofrecen no dejan indiferente. En especial en dirección a Sierra Nevada donde se aprecian sus principales picos, a ratos brillantes de nieve y hielo gracias al sol, en otros momentos acompañados de nubes.

Continuando el camino aparece un asiento de piedra con cartel informativo, nos advierte que ya bien lejos hemos dejado la Dehesa de los Bolones y que también en lontananza se pueden atisbar la Sierra de Víznar, la de la Alfaguara y la de la Yedra. Se destaca igualmente, a lo lejos, el Cerro del Maúllo, junto al que pasaremos ya terminando el trayecto.

Seguimos. Después de superar un recodo, en el horizonte aparece nuestro siguiente objetivo, el puesto de vigilancia contra incendios Las Minas.

Más adelante nos adentramos en una zona fría y poblada principalmente por pinos. Estamos en la Umbría del Polvorite. Pese a que apenas ha llovido este otoño no es nada raro encontrarse con setas a cada pocos metros. También las evidentes señales del paso, tanto de jabalís, como de buscadores de setas.

La cañada continúa, si bien nosotros recortamos por un sendero en dirección hacia el puesto de vigilancia de Las Minas, bajando por el cauce seco de un riachuelo.

Finalmente llegamos al desvío hacia el mirador de Las Minas que marca tan solo un kilómetro si bien es de desnivel pronunciado. El ascenso nos lleva a través de algunas encinas y quejigos, junto a los omnipresentes pinos.



Llegados por fin arriba, el esfuerzo tiene su recompensa con un mirador privilegiado de 360·. Se mire hacia donde se mire la vista queda atrapada por el paisaje. Aparte del Parque Natural de Huétor en todo su esplendor y los nevados picos de la sierra, ahora se añade un balcón hacia la Sierra de Arana.
Tras un merecido descanso y la contemplación del horizonte en todas las dirección, es hora de deshacer el camino y regresar hasta el lugar del desvío. Una vez allí descenderemos por otro sendero que nos dirige hasta El Púlpito, monte que rodeamos para alcanzar una pista forestal. Desde allí se llega en un fácil paseo hasta la fuente de la Teja. Se acerca el final de la excursión.
Más adelante dejamos la pista y seguimos otro cauce seco de más difícil tránsito, lleno de la típica vegetación que anuncia el agua de un río.
Incluso un precioso sauce, solitario, hace de centinela.
Tampoco faltan los árboles engalanados por hojas amarillas otoñales.
Por fin llegamos al nacimiento del río Darro. Si nos fijamos bien podemos apreciar como el agua emerge y burbujea desde el fondo del lecho.

Estamos en el último tramo del viaje. Superado este punto dejamos atrás una pequeña cascada a pocos metros del nacimiento y seguimos un sendero desde el que se contempla El Maúllo y se pueden apreciar sus fortificaciones y trincheras. Cuando queremos darnos cuenta estamos de vuelta en Huétor Santillán.