Melegís – Cristo del Zapato – Embalse de Béznar

Excursión realizada el día 17 de enero 2016.

Se trata de un trayecto de dificultad media que da comienzo y termina en Melegís. La distancia cubierta se situó en torno a los 23 km.

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La segunda ruta del año 2016 atrajo a bastantes miembros y simpatizantes del club y llegamos a superar la treintena de valientes. Así que nos repartimos entre los vehículos disponibles y nos dirigimos una vez más al Valle de Lecrín.

El inicio del sendero atraviesa los tranquilos y bonitos pueblos de Melegís Restábal entre callejuelas estrechas y casas blancas.

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A partir de Restábal se toma una especie de pista de cemento que comienza a ascender en dirección sureste. Si atrás dejábamos los cítricos, por esta zona aparecen los almendros engalanados con esplendorosas flores blancas y rosas.

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El sol ilumina las flores del almendro.

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Nos adentramos poco a poco en un pinar, a veces bastante frondoso, mientras vamos girando un poco hacia el este. Antes habremos dejado la primera parte de desnivel fuerte y habremos pasado junto al camping de Restábal, anunciado con carteles referidos a los Boy Scouts que, se adivina, hacen allí muchas actividades.

Tenemos un trecho más o menos llano, con algunas vueltas y revueltas, mientras seguimos hacia el este. Los almendros y los pinos nos siguen acompañando.

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No se tarda en encontrar el desvío que asciende zigzagueando hasta la ermita del Cristo del Zapato, primero de nuestros objetivos. Toca de nuevo ascender para culminar esta etapa en el estupendo mirador que se nos ofrece desde el pequeño santuario. Raro será que nos encontremos solos en fin de semana por estos lares. Son muchos los que aprovechan para subir el camino a lo alto.

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Balcón de la Ermita del Cristo del Zapato.

zapato-007El Cerro Chinchirilla, que ese nombre recibe el accidente geográfico sobre el que se asienta la ermita, permite la contemplación de un amplio panorama tanto del valle de Lecrín como del este y del sur del promontorio.

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Bonita foto grupal para el recuerdo. ¡Esos Senderistas!

Al norte el pueblo de muy explicativo nombre, Pinos del Valle. Un poco más al norte se extiende el Pantano de Béznar y el propio pueblo de Béznar, así como Chite. Si seguimos por el este la vista a lo lejos se llega a contemplar el pico del Caballo de Sierra Nevada, hoy algo blanco aunque temo que por poco tiempo si continúa sin llover. También Lanjarón y, girando cada vez más al sur, la línea de la carretera de la costa que pasa junto a Vélez de Benaudalla, flanqueado por colinas en las que crecen almendros y que desde tanta distancia aparentan pedacitos de algodón de azúcar.

zapato-008De la ermita misma decir que es pequeñita y tiene la curiosa imagen del Cristo que le da nombre. Es una representación en la que aparece en la cruz pero vestido y sin signos de agonía, que está calzado de un solo pie. En un cáliz, debajo de la cruz, está el otro zapato. Por lo que he podido leer representa un milagro relacionado con unos zapatos de oro que le habían confeccionado a la imagen del Santo Cristo, uno de los cuales dejó caer y solo pudo levantarlo una viuda, pobre, que le estaba rezando en aquellos momentos para alimentar a sus hijos. De ahí el aparentemente extraño nombre y la iconografía.

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Seguimos el viaje. Toca deshacer parte de lo andado y dirigirnos a Pinos del Valle.

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Al llegar al pueblo lo atravesamos en dirección nordeste por un sendero llamado de Alauxa. Se trata ahora de llegar a una especie de area de descanso cercana al embalse. Allí hacemos una necesaria parada para comer.

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Desde ese punto comenzamos a rodear el embalse de Béznar. En primer lugar alcanzamos la zona de la presa, impresionante como suelen ser siempre estas obras.

zapato-014En el otro lado comienza el sendero que planeábamos seguir, pero se encuentra cortado más adelante de modo que tenemos que dirigirnos en primer lugar a Peloteos y después a Béznar y desde ahí recuperar el camino hacia el embalse. Esto supone un corto trayecto por el arcén de la carretera paralela a la A-44, en el que debe tenerse sumo cuidado, aunque la densidad de tráfico, al menos en domingo, resultó pequeña.

Según caminamos, a lo lejos al sur podemos contemplar la ermita en la que estuvimos por la mañana. Y llegamos a Béznar donde resulta que estaban de fiestas por San Antón (si lo llegamos a saber ¿dónde mejor para haber comido?). Nos cruzamos con alguno de sus mosqueteros, al hombro el arma que les da nombre, gente amable y simpática que respondió a nuestra curiosidad contándonos sobre su funcionamiento y sobre la tradición.

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Estatua dedicada al mosquetero, en Béznar. En la espalda va cargado de flores, como en el sombrero.

En Béznar tomamos el camino del pantano y lo fuimos rodeando en un bonito paseo.

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zapato-016Temíamos que hubiera algún corte o desprendimiento que dificultara seguir, pero no hubo problema y al final nos llevó, de nuevo rodeados de naranjos, al fin, a Melegís.

Aprovecho para agradecer, como siempre, a todos los que ponen sus fotos a mi disposición para hacer las entradas del blog. En este post hay fotos de Angus y de Rafael.

Güejar Sierra – Toril – Miguelejos – Quentar

Excursión realizada el día 10 de enero 2016.

Se trata de un trayecto de dificultad alta que da comienzo en Güejar Sierra y termina en Quentar. La distancia cubierta se situó en torno a los 27 km.

Comenzamos el año con una excursión muy completa, de las que te aseguran el bajar cenas, turrones y polvorones. Un reto para ponernos a tono y poder contemplar la sierra haciendo honor a su nombre, Sierra Nevada.

Tiene inicio la ruta en Güejar Sierra a donde nos desplazamos en autobús de línea. Nada más bajar se ajustan polares y cortavientos, se coloca la mochila, se sacan los bastones y comienza la subida hacia la parte norte del pueblo. Pasada la primera cuesta se alcanza la fuente de los 16 caños y se sale de los lindes de Güejar en dirección al Toril.

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Sigue y sigue la cuesta y es que este es un día de mucho ascender. De hecho, cuando coronemos el Pico Miguelejos nos habremos metido 1000 metros de desnivel entre gemelo y pulmones, con muy pocos momentos de llaneo. Pero llega más adelante.

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Hacia el Toril
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Vista de Güejar Sierra y el Pantano de Canales según ascendemos

Como digo, ascendemos y ascendemos, entre fuerte olor a tomillo. Algunos cerezos desconcertados andan en flor, solitarios aquí y allá, en busca de la primavera. El resto de la vegetación se aferra al suelo como aulagas, romero o cojín de monja.

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Ese domingo el viento comienza a soplar, como alterado por nuestra presencia, y se esfuerza más y más a medida que ascendemos. En el rellano del Toril, a la vista el otro lado de la montaña, su soplido inmisericorde nos obliga a buscar cobijo en las peñas mientras descansamos, poco para no enfriarnos.

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Alcanzamos algo después, terminada otra cuesta, en un promontorio de magníficas vistas, los restos de trincheras y algún búnker de la guerra civil. El lugar, melancólico, el soplido del viento y el silencio como compañeros allí donde en otros tiempos hubo armas, ira y miedo, es elegido para desayunar. A cada bocado, de reojo, nos contempla la sombra del pasado a través del oscuro matacán de la estructura de hormigón.

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Volvemos al camino y nos dirigimos al Cerro de Calar. El viento que viene de Sierra Nevada crece en dirección norte y nos golpea de lado, pero el sol nos permite contemplar las montañas desde la lejanía. El Corral del Veleta rodeado de misteriosas nieblas.

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Algunas nubes de extraña factura viajan por los cielos sin llegar a cubrirnos.

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Camino del Cerro de Calar

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Desde el Cerro de Calar continuamos, ahora en ligera pendiente abajo, en dirección al Pico Miguelejos. Justo antes de comenzar a subir un nuevo desnivel nos topamos con una manada de vacas que andan a lo suyo y a las que apenas preocupa nuestra llegada.

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Desde ese punto parte del grupo decide regresar a Güejar Sierra por incompatibilidad de horarios con el autobús de Quentar, que sale a las 19:00 los domingos. Otros reunimos fuerzas y empezamos a ascender.

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Mojón Alto, La Atalaya y Picón de Jérez desde el Calar

Dejamos atrás otros restos de construcciones, los Parapetos y comienza la dura ascensión hasta el pico de los Miguelejos. Ahora sí el viento parece furioso de verdad y nos azota sin contemplaciones por la espalda y por los lados. La sensación térmica baja bastante y, los pocos que aún no lo habían hecho, sacan guantes y gorros. Ya casi me había olvidado que estamos en invierno. El sol, tibión, ayuda a sobrellevar la ventolera. Y así llegamos a lo alto, no muy lejos del vértice geodésico. Buscamos cobijo y comemos con las manos mitad en el bocadillo, mitad en el bolsillo.

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Hemos alcanzado a estas alturas los 2000 metros más o menos. El resto de la excursión será casi toda hacia abajo. Pasamos junto a una pequeña sima bastante escondida en el lateral de un hoyo que nos señaló Luis, pues la conoce por la práctica de la espeleología. Descansaban allí brillantes y limpios de carne los restos de una oveja que al parecer debió caer hace algún tiempo. Desde ahí tomamos dirección hacia el Cortijo de la Gitana y después de transitar un bonito sendero llegamos a unos arenales. Es fácil  a partir de ese momento continuar en dirección a Quentar, dejando a la derecha a mitad de ese camino el pantano del mismo nombre.

A eso de las 18:15 entramos al pueblo, paseamos un poco por sus estrechas y pintorescas calles y esperamos la llegada del autobús a Granada en un bar cercano, probando alguno de nosotros el renombrado mosto de la zona como merecida recompensa.

Nota: las fotos de esta entrada pertenecen a Alicia, Pedro y Rafael. Gracias a ellos y a todos los que me ofrecieron sus fotos y sus cámaras (Celia, Rosario, M. Angustias, Angus y espero no dejarme a nadie) este día en el que la mía se había roto.

Exposición «Un Mundo de Montañas».

Es posible que estos días, llenos de compromisos, sea algo más complicado programar una salida de larga duración y tengamos que conformarnos con un paseo por nuestra bellísima ciudad, que no es poca cosa. En tal caso una de las mejores opciones es coger la cuesta de Gomérez para arriba y ascender hasta la Alhambra o, si uno va con ganas de más, alcanzar el cementerio y echar a andar por el Llano de la Perdiz hasta el Mirador del Sol.

Pues bien, justo a partir de la estatua dedicada a Ángel Ganivet, ya repuesta del corte de cabeza que sufrió merced a los vientos, se encuentra situada una interesante exposición al aire libre en la que se recoge, en grandes carteles, un total de 68 instantáneas dedicadas a las cimas del mundo, y que solo cabe calificar de impresionantes. Debajo de cada foto aparece un pequeño texto en inglés y en castellano que facilita datos del lugar fotografiado.

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La Exposición denominada «Un Mundo de Montañas», que sucede a otras anteriores también dedicadas a la naturaleza (animales salvajes, el agua), en principio estaba programada para un mes, entre finales de septiembre y noviembre, pero aún sigue allí como pude comprobar ayer mismo, de modo que el que quiera bien puede animarse.

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Muchos más datos sobre la distribución de las fotos y su contenido, así como del fin buscado por los organizadores de la misma, se encuentran accesibles en este enlace: enlace

Las fotos de este post han sido tomadas de la página web del Patronato de la Alhambra y el Generalife y del blog qué ver en Granada, con el único fin de dar publicidad a la exposición.

Canal de la Espartera – Los Alayos

Excursión realizada el día 27 de diciembre 2015.

Se trata de un trayecto de dificultad alta que da comienzo en Cumbres Verdes y termina en Dílar. La distancia cubierta se situó en torno a los 20 km.

La semana anterior habíamos disfrutado de una excursión por la misma zona, aunque nos quedamos con ganas de más. Especialmente, tras demorarnos a los pies del Picacho Alto y decidir que la falta de tiempo impedía su coronación. Por tanto, recuperadas las fuerzas y con ganas de superar el reto, subimos la apuesta y nos enfrentamos a una integral por los Alayos. Puedo decir que probablemente es la más espectacular de las excursiones que he tenido la suerte de hacer con el Club Senderos.

El comienzo, tras bajar del autobús hasta Cumbres Verdes, fue idéntico al de la semana anterior, hasta llegar al abandonado Cortijo Sevilla. Una vez allí comenzamos a descender siguiendo el Canal de la Espartera. De fondo nos acompañaba el lejano ruido del río Dílar, del que asomaban aquí y allá, entre los árboles, algún salto que otro.

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Al fondo, el río Dílar.

Al cabo de un buen rato, contemplando a nuestra derecha la inmensa mole de nuestro objetivo, los Alayos, llegamos hasta la pequeña central del canal. En ese momento nos dimos un ligero descanso de cara al próximo reto.

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Alayos desde el Canal de la Espartera.
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Toma del Canal.

Encontramos muy cerca un paso sobre el río hecho de troncos caídos y atados, seguro aunque un poco escabroso.

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Cualquiera diría que estamos en la selva 🙂

Por allí cruzamos e iniciamos el sendero marcado en árboles y piedras con tinta verde.

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Siguiendo el sendero «verde».

Este primer ascenso nos llevó hasta un imaginario cementerio de pinos, si estos pudieran moverse y elegir como elefantes un lugar para morir. Por esta zona resultaba complicado seguir la vereda incluso con las pintadas verdes, pero siempre subiendo se toma pronto el camino correcto.

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¿Y ahora, por dónde?

Continúa el desnivel a través del pinar hasta llegar a la falda de los picachos más orientales del macizo, donde desaparece casi toda la vegetación salvo los matojos a ras de suelo que se agarran con firmeza y amenazan con sus punzantes tallos. A lo lejos contemplamos el Trevenque.

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Un invierno tan raro tiene estas cosas. Procesionarias en diciembre compartiendo paraje con alguna zona escarchada.

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El Trevenque.

Más ascenso aún nos lleva por fin a los primeros miradores privilegiados de la ruta. Estamos entonces en el Collado del Pino y hemos superado un desnivel, entre la toma del canal y el sendero que ahora vamos a seguir, de cerca de 500 metros.

alayos-2010Ahora toca disfrutar caminando por las crestas y parando a contemplar el impresionante paisaje que se despliega a nuestros pies.

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Puntales del Tigre, si no me equivoco.
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Disfrutando de los miradores.

alayos-2013Alcanzamos a pasar por los Tajos de la Virgen (de Dílar) y algo después el Corazón de la Sandía.

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Hacia el Corazón de la Sandía.

alayos-2015Dadas las fechas y sabedores de la costumbre que hay de ubicar allí un Belén, al abrigo de las rocas del picacho más septentrional, nos acercamos a contemplarlo.

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Junto al Belén.
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1981 metros de altitud, reza la inscripción.

Hacia el oeste nuestro siguiente reto, el altivo Picacho Alto. Hacia allí partimos.

alayos-2018La subida al mismo tiene algún mal paso que hay que superar con cuidado y agarrando la piedra, pero no nos amilanamos y con un último esfuerzo alcanzamos la cima.

alayos-2019A esas alturas no quedan adjetivos para calificar las vistas. Sacamos los bocadillos y disfrutamos de la merecida recompensa posando los ojos a todo alrededor.

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En la cima del Picacho Alto.
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El descenso que nos espera, con el Sauco en primer término.

La siguiente etapa nos lleva a reencontrarnos con el sendero que seguimos la semana anterior, entre el Picacho Alto y el Sauco, para descender hacia el Barranco de Poca Leña y, finalmente, alcanzar las lindes de Dílar.

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Un pino hace de improvisada «puerta» en el sendero.
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Romero en flor.

Aprovecho para desear un Feliz Año 2016 a todos los que me leen. Que 2016 os traiga grandes momentos de disfrute en la naturaleza.