Excursión realizada el día 26 de marzo 2017.
Se trata de un trayecto de dificultad media que comienza y finaliza en el punto kilométrico 6,8 de la pista sin asfaltar que parte de la GR3302 (carretera entre Arenas del Rey y Fornes) en su desvío dirección La Resinera. La distancia cubierta se sitúa en torno a los 20 km.
Este domingo teníamos una cita muy esperada por algunos de los miembros del club. El mítico Lucero de la Sierra de Almijara. Distintas circunstancias habían concurrido para hacer que lleváramos cierto tiempo sin visitarlo. Aunque se programó en diversas ocasiones, el mal tiempo había impedido subir.
Nos pusimos en marcha y nos dirigimos hacia el punto de partida. Conviene advertir que el camino a partir del desvío hacia la Resinera está sin asfaltar y no faltan socavones y piedras sueltas. En principio, con una conducción prudente no importa si se va en un turismo de suelo bajo, pero hay que extremar la precaución.
En principio se había pensado comenzar en el punto de información de La Resinera, pero esto alargaba la excursión casi 10 kilómetros, todos ellos por pista, así que se optó por avanzar con los coches hasta el Puente Cambil. El lugar es inconfundible porque en él, aparte del puente, hay una valla que impide continuar con vehículos a motor, excepto autorizados. Aparcamos y echamos a andar.
El día se presentaba inmejorable. Fresco por la umbría en la zona baja y el viento en la alta, pero despejado. Empezamos la caminata en dirección suroeste con ligerísimo ascenso nada más pasar el puente sobre el río Cacín. El pinar nos rodea, acompañado de densas matas de romero.

En determinado punto, aparte del ruido del río que nos acompaña casi todo el rato, a la izquierda nos sorprenden unas chorreras que forman un pequeño estanque.


Y llegamos por fin junto a una caseta, momento de desviarnos hacia el oeste y tomar la Cuesta Parda hasta el Collado Cacines. Como su nombre indica, se trata de un sendero que asciende con fuerza para elevarnos unos 300 metros de desnivel. En el bonito collado nos detenemos para desayunar y recuperar fuerzas para lo que aún nos queda.
Continuamos con otros 200 metros de desnivel en los que va desapareciendo el pinar y se adueña de la zona el matorral bajo y la piedra característica de la zona. La recompensa, no pequeña, nos espera al llegar al Collado de la Perdiz o Puerto Llano. Allí se abre la montaña y nos deja contemplar kilómetros y kilómetros de costa mediterránea.



Nos reagrupamos y tras el disfrute y la contemplación, es hora de fijar la atención en nuestra meta principal, que se yergue orgullosa e indiferente ante el embate del viento.

Tal vez sea oportuno hacer una precisión terminológica. Pese a que popularmente se conoce al pico al que nos dirigimos como El Lucero, en los mapas suele aparecer como Cerro de los Moriscos. A cambio parece que se mezcla el nombre de Cerro de la Mota y Cerro del Lucero en la formación que se eleva al poco de pasar el Puerto Llano hacia el oeste. Sea Lucero o Morisco, Cerro o Pico, empezamos a ascenderlo.
Sigue su trazado un zigzagueo bien elaborado que lo hace bastante llevadero y permite superar, dosificando el esfuerzo, el arisco pedregal de caliza dolomítica. Es de advertir que alguno de sus pasos no será trago agradable si se padece de vértigo. A cambio las vistas resultan soberbias.


Y cuando ya las fuerzas van menguando obtenemos el gran premio, al doblar un recodo y por fin descubrir la inconfundible silueta de los restos del cuartel-refugio abandonado en la cima. Al fondo una Sierra Nevada poco reconocible para los que solemos contemplarla desde el oeste o el norte.
En este punto como ya se ha dicho se construyó en 1948 un puesto de la Guardia Civil para luchar contra el maqui primero y los estraperlistas después. Con el tiempo su utilidad devino inútil y su mantenimiento difícil de modo que fue abandonado y así permanece. Ahora cobija del viento a los visitantes.



Subyugados por el paisaje, da igual hacia dónde mire uno. Nos quedamos en el lugar pensando, haciendo fotos, esperando a los rezagados. Se despliega ante nosotros el Mediterráneo, la Axarquía, la Maroma, el pantano de los Bermejales, la lejana Sierra Nevada… Al final, con un esfuerzo y gracias al potente viento, rompemos el encanto y vamos, poco a poco, tomando el camino de regreso.


Comemos a resguardo del soplo de poniente en la zona del Puerto de la Mora, a escasos metros de los restos de un refugio de la guerrilla. Aquí es difícil no tropezarse con algún trozo de historia y a mí me viene a la memoria lo leído sobre la Agrupación Roberto, pues esta fue la zona que sirvió de telón de fondo a su difícil sobrevivir.
Procuro no recrearme demasiado en esos pensamientos y con el resto del grupo echo a andar en el descenso que nos lleva por el Puerto de los Tropezones hasta el Camino de la Cuesta Parda. En la Rambla Mota y al llegar a un cruce de caminos torcemos hacia la derecha en dirección este.

En determinado momento nos encontramos con la posibilidad de seguir lo que queda del sendero o ascender por un corta fuegos hacia la derecha. En esta ocasión hacemos lo segundo y conectamos casi directo con el Collado de Cacines donde estuvimos desayunando. Desde aquí solo queda desandar el camino de la mañana, volver a la pista junto al Cacín y, finalmente, al punto de inicio.