Güejar Sierra – Jarales – Granada

Excursión realizada el día 11 de diciembre 2016.

Se trata de un trayecto de dificultad media-baja que da comienzo en Güejar Sierra y finaliza en Granada capital. La distancia cubierta se situó en torno a los 16 km hasta la altura de Puente Verde.

En esta ocasión nos desplazamos por medio de autobús de línea hasta Güejar Sierra, uno de esos pueblos con un encanto especial y sabor montañero, que da acceso a múltiples rutas a uno y otro lado del Genil.

Una vez allí nos pertrechamos prudentemente contra el frío aunque al final no hubo tal. Desde el lugar en el que nos dejó el autobús ascendemos junto a la plaza principal del pueblo y ascendemos por la izquierda. Es esta la parte de mayor desnivel, llevadero no obstante. En breve queda a nuestras espaldas el pueblo y algo más al oeste, el pantano de Canales. Proseguimos.

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El ascenso nos lleva junto al Cerro de las Trincheras y nos ofrece las primeras panorámicas de la Sierra, hoy haciendo honor a su nombre, Nevada. El sol y el cielo despejado. Poco más puede pedir el caminante.

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Aún nos elevamos otro poco y ascendemos al Alto de los Jarales, nuestro techo de hoy, que ronda los 1475 metros.

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Hacemos descanso y desayuno en este punto.

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Podemos dirigir la vista al noroeste y vislumbrar la Sierra de Huetor, Huetor Santillán, las minas a cielo abierto, Quentar… Al sur el Embalse de Canales y más hacia el este, la cara norte de Sierra Nevada y sus picos brillantes de nieve. Al oeste, el terreno sigue un continuo descenso y puede ya intuirse en la lejanía, Granada.

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Vista hacia el oeste desde el Alto de los Jarales

Escondidas, entre la poca maleza que crece en estos altozanos, pueden encontrarse aquí y allá algunas setas. Por lo demás la vegetación es escasa.

El sendero, de ahora en adelante todo descenso, nos lleva primeramente a una caseta y más tarde, siguiendo el cresteo, hasta el Alto de Crucero Gallo, que cobija por el norte al pueblo de Pinos Genil.

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Caseta
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Cresteando
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Cruz en el Alto de Crucero-Gallo. Al fondo el embalse de Canales y Sierra Nevada.

Tras una bajada algo más dificultosa por el estado del sendero llegamos a una pista zigzagueante que nos da la opción de bajar a Pinos Genil o seguir hacia el este. Nosotros debemos continuar por esta última.

Según bajamos nos empezamos a ver rodeados de algunos árboles, especialmente olivos, cuyas aceitunas andan ahora vareando pues es época.

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Olivo cargado de frutos

Llegamos a la estribación de la carretera que habremos de cruzar, pero justo antes dejamos a un lado las ruinas de lo que fue una fábrica de papel, al parecer llamada en su tiempo «El Blanqueo». Hoy día su enhiesta torre se erige testigo mudo de la labor empresarial y filantrópica de la familia Wilhelmi. Aunque la fábrica la fundó Fernando Wilhelmi, durante cierto tiempo la dirigió la interesante, avanzada y hoy día algo olvidada Berta Wilhelmi, aquella a la que hoy día asocia todo el mundo en Granada al Sanatorio de Tuberculosos de la Alfaguara y por motivos harto espurios para sus merecimientos. Otra de tantos «granadinos» nacidos fuera, como el Duque de San Pedro Galatino, enamorados de Granada, y terriblemente dejados a un lado con el paso del tiempo salvo, quizás, en Pinos Genil. Vaya desde aquí mi reconocimiento y admiración. Para quienes deseen conocer un poco más de Doña Berta:

https://granadapedia.wikanda.es/wiki/Berta_Wilhelmi
http://lanaranjadelazahar.blogspot.com.es/2008/10/berta-wilhelmi-1858-1934.html

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Ruinas de la fábrica de papel

Disculpen la digresión: estábamos cruzando la carretera. Llegamos a un campo de fútbol de arena, lo circunvalamos y atravesamos después un puente a la altura de la unión del Aguas Blancas y el Genil. Proseguimos en dirección oeste por un bonito paraje típico de vegetación ribereña otoñal mientras dejamos Cenes de la Vega hacia el norte. No tardamos en alcanzar las estribaciones de la capital granadina en la que popularmente se conoce como avenida o carrera del Colesterol por motivos obvios.

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Desde aquí existen variantes como el ascenso al Cerro del Sol o visitar la Fuente de la Bicha y ascender para salir hacia El Serrallo. Nosotros optamos por terminar la excursión saliendo al Paseo de la Bomba y desde ahí a nuestras respectivas casas.

Aprovecho para agradecer a Rafael sus fotos, algunas de las cuales he tomado prestadas para esta entrada.

 

Herrerías – Río Vadillo – Vereda de la Estrella

Excursión realizada el día 7 de febrero 2016.

Se trata de un trayecto de dificultad media alta que da comienzo en la antigua parada del tranvía de Maitena, cerca de Güejar Sierra y termina en el mismo punto. La distancia cubierta se situó en torno a los 22 km.

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(Nota: el itinerario y el perfil de la ruta de las dos imágenes anteriores no incluye toda la parte cubierta desde la Cuesta de los Presidiarios hasta el Refugio del Calvario o la Cucaracha y el posterior regreso y descenso por el antiguo sendero. Aprovecho para agradecer a Rafael que lo ponga a nuestra disposición todas las semanas).

Eran casi las 9 de la mañana y la excursión prevista presentaba algunas dificultades que había que afrontar. La primera era la noticia de que estaba cortado el sendero que lleva hasta el Barranco de San Juan, lugar en el que solemos dejar los coches y desde el que daba inicio la caminata. Por otro la lluvia caía con insistencia.

El primer problema se resolvió fácilmente iniciando la ruta en la zona del Maitena, antigua parada del tranvía y, actualmente, merendero. El segundo problema que en realidad no era tal pues íbamos bien pertrechados, en cualquier caso se fue disipando a lo largo del día.

Como digo la excursión dio inicio junto al Maitena y nada más comenzar encaramos una subida pronunciada de unos 300 metros que nos elevó rápidamente hasta el Cortijo de la Viña en primer lugar, y hasta el Corral de la Viña, algo después.

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Cortijo de la Viña
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La niebla poco a poco se va alejando
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Corral de la Viña
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Interior del Corral. Se desaconseja entrar dado que el suelo puede hundirse

La subida nos hizo entrar en calor y la lluvia desapareció, de modo que nos deshicimos de chubasqueros y seguimos ganando altura.

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Atrás se aprecia el Corral de la Viña y, a lo lejos, Güejar Sierra

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Por aquí y por allá se van encontrando las ruinas de viejos cortijos

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Una bandada de grajos dibuja figuras en el aire mientras nos chillan

Según se acerca el mediodía la temperatura mejora y el sol se hace hueco entre las nieblas y las nubes. Es entonces cuando avistamos Las Herrerías, otra zona de explotación y vivienda en plena sierra, abandonada, que al parecer debe su nombre a la extracción que se hizo en la zona de mineral de hierro. Aún se puede apreciar un horno en la parte de atrás y algún hoyo en las cercanías, estos últimos para conservar la patata, que por aquel entonces incluía la variedad «copo de nieve», que algunos intentan ahora recuperar (Noticia de El Ideal).

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Herrerías

Tras escuchar las noticias sobre la zona y la vida en el lugar a cargo de esa fuente inagotable de conocimientos que es Juan Manuel, continuamos la marcha.

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Aunque a bastante altura y subidos a lo que creo que se llama Los Barrancones, continuación de Loma Las Cunas, vamos siguiendo más o menos paralelo el camino que lleva al Barranco de San Juan. Pronto destacan a lo lejos los picos prominentes de Sierra Nevada, que tras la lluvia de la noche parece haber cogido algo de nieve.

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Parada para desayunar y contemplar el paisaje

Más adelante comenzamos a escuchar los ladridos de un enorme y bien bregado perro pastor, que organiza el trotar de un rebaño de ovejas.

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Encontramos algunos carteles que nos indican que vamos perfectamente hacia nuestro próximo punto: El cruce del río Vadillo.

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El cruce se realiza por un puente hecho con cuatro troncos más bien delgados, pelados y unidos, que invitan a la prudencia. Acto seguido remontamos altura al cambiar de loma, esta vez la del Calvario. No mucho después alcanzamos la Cuesta de los Presidiarios en su tercio final y más alto. Como dije al principio, en este punto algunos continuamos hasta el refugio llamado popularmente «de la Cucaracha», si bien la descripción del recorrido que hay en las dos primeras imágenes corresponde a la bajada desde ese lugar al Puente del Burro y regreso.

En el refugio comimos. Tuve la fortuna de ver, mientras paseaba alrededor en silencio, una escurridiza ardilla, de orejas peludas, muy quieta ella como queriendo pasar desapercibida, a la espera de que ese pesado humano se largue de una vez.

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«No necesitas ver mi identificación. Esta no es la ardilla que estás buscando. Sigue tu camino»

Desde aquí, en vez de regresar por el mismo sendero que nos había traído, elegimos bajar por el antiguo, uno totalmente perdido después de años de desuso. Parte desde el lado oeste de la verja que protege el complejo de la entrada de animales. Si no conoces muy bien la zona es desaconsejable intentar esta opción (preferible desandar el camino hacia la Cuesta de los Presidiarios).

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El antiguo sendero de bajada

Tras mucho pelear para seguir esta vía llegamos a una zona algo más asequible y finalmente conectamos con la parte baja de la Cuesta de los Presidiarios. Desde ahí se pasa el Puente del Burro y se asciende hasta la vereda de la Estrella.

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Puente del Burro
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El Río Genil a la altura del Puente del Burro

Y lo que son las cosas. Un día de ver especies animales tan diversas nos trajo un regalo final en la propia Vereda de la Estrella. Dos borriquillos iban por allí, aparentemente sin guía ni dueño, y se cruzaron con nosotros, dejándose acariciar mientras comían hierba y seguían avanzando.

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¿Buscando su puente? No estaba muy lejos, la verdad 🙂

El sendero es un viejo conocido de cualquier excursionista granadino y hemos tenido ocasión de comentarlo en alguna otra entrada. Se deja atrás el Abuelo, se alcanza El Mesón Barranco de San Juan y desde ahí se sigue el antiguo camino del tranvía hasta llegar al Maitena.

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Restos del antiguo camino del tranvía
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Aquí pudimos encontrar el corte por desprendimientos del que habíamos tenido noticia. En principio no afecta al tránsito de senderistas. Tan solo a los que quieran llegar en coche al Barranco de San Juan.

En fin, de esas ocasiones en que un día comienza con dudas y termina satisfactoriamente.

Güejar Sierra – Toril – Miguelejos – Quentar

Excursión realizada el día 10 de enero 2016.

Se trata de un trayecto de dificultad alta que da comienzo en Güejar Sierra y termina en Quentar. La distancia cubierta se situó en torno a los 27 km.

Comenzamos el año con una excursión muy completa, de las que te aseguran el bajar cenas, turrones y polvorones. Un reto para ponernos a tono y poder contemplar la sierra haciendo honor a su nombre, Sierra Nevada.

Tiene inicio la ruta en Güejar Sierra a donde nos desplazamos en autobús de línea. Nada más bajar se ajustan polares y cortavientos, se coloca la mochila, se sacan los bastones y comienza la subida hacia la parte norte del pueblo. Pasada la primera cuesta se alcanza la fuente de los 16 caños y se sale de los lindes de Güejar en dirección al Toril.

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Sigue y sigue la cuesta y es que este es un día de mucho ascender. De hecho, cuando coronemos el Pico Miguelejos nos habremos metido 1000 metros de desnivel entre gemelo y pulmones, con muy pocos momentos de llaneo. Pero llega más adelante.

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Hacia el Toril
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Vista de Güejar Sierra y el Pantano de Canales según ascendemos

Como digo, ascendemos y ascendemos, entre fuerte olor a tomillo. Algunos cerezos desconcertados andan en flor, solitarios aquí y allá, en busca de la primavera. El resto de la vegetación se aferra al suelo como aulagas, romero o cojín de monja.

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Ese domingo el viento comienza a soplar, como alterado por nuestra presencia, y se esfuerza más y más a medida que ascendemos. En el rellano del Toril, a la vista el otro lado de la montaña, su soplido inmisericorde nos obliga a buscar cobijo en las peñas mientras descansamos, poco para no enfriarnos.

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Alcanzamos algo después, terminada otra cuesta, en un promontorio de magníficas vistas, los restos de trincheras y algún búnker de la guerra civil. El lugar, melancólico, el soplido del viento y el silencio como compañeros allí donde en otros tiempos hubo armas, ira y miedo, es elegido para desayunar. A cada bocado, de reojo, nos contempla la sombra del pasado a través del oscuro matacán de la estructura de hormigón.

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Volvemos al camino y nos dirigimos al Cerro de Calar. El viento que viene de Sierra Nevada crece en dirección norte y nos golpea de lado, pero el sol nos permite contemplar las montañas desde la lejanía. El Corral del Veleta rodeado de misteriosas nieblas.

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Algunas nubes de extraña factura viajan por los cielos sin llegar a cubrirnos.

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Camino del Cerro de Calar

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Desde el Cerro de Calar continuamos, ahora en ligera pendiente abajo, en dirección al Pico Miguelejos. Justo antes de comenzar a subir un nuevo desnivel nos topamos con una manada de vacas que andan a lo suyo y a las que apenas preocupa nuestra llegada.

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Desde ese punto parte del grupo decide regresar a Güejar Sierra por incompatibilidad de horarios con el autobús de Quentar, que sale a las 19:00 los domingos. Otros reunimos fuerzas y empezamos a ascender.

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Mojón Alto, La Atalaya y Picón de Jérez desde el Calar

Dejamos atrás otros restos de construcciones, los Parapetos y comienza la dura ascensión hasta el pico de los Miguelejos. Ahora sí el viento parece furioso de verdad y nos azota sin contemplaciones por la espalda y por los lados. La sensación térmica baja bastante y, los pocos que aún no lo habían hecho, sacan guantes y gorros. Ya casi me había olvidado que estamos en invierno. El sol, tibión, ayuda a sobrellevar la ventolera. Y así llegamos a lo alto, no muy lejos del vértice geodésico. Buscamos cobijo y comemos con las manos mitad en el bocadillo, mitad en el bolsillo.

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Hemos alcanzado a estas alturas los 2000 metros más o menos. El resto de la excursión será casi toda hacia abajo. Pasamos junto a una pequeña sima bastante escondida en el lateral de un hoyo que nos señaló Luis, pues la conoce por la práctica de la espeleología. Descansaban allí brillantes y limpios de carne los restos de una oveja que al parecer debió caer hace algún tiempo. Desde ahí tomamos dirección hacia el Cortijo de la Gitana y después de transitar un bonito sendero llegamos a unos arenales. Es fácil  a partir de ese momento continuar en dirección a Quentar, dejando a la derecha a mitad de ese camino el pantano del mismo nombre.

A eso de las 18:15 entramos al pueblo, paseamos un poco por sus estrechas y pintorescas calles y esperamos la llegada del autobús a Granada en un bar cercano, probando alguno de nosotros el renombrado mosto de la zona como merecida recompensa.

Nota: las fotos de esta entrada pertenecen a Alicia, Pedro y Rafael. Gracias a ellos y a todos los que me ofrecieron sus fotos y sus cámaras (Celia, Rosario, M. Angustias, Angus y espero no dejarme a nadie) este día en el que la mía se había roto.